Capítulo dos

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Harry no soportaba las clases de Enfermería Clínica.

La asignatura como tal tampoco era tan horrible, pero el profesor era una auténtica mierda. Lo único que hacía era leer diapositivas al pie de la letra durante la primera hora; luego dejaba la media hora restante para «tomar apuntes»—entre comillas, porque en realidad nadie hacía nada productivo en esa media hora—y se sentaba en su escritorio a jugar al buscaminas. Eso último lo sabían porque el año anterior se dejó el proyector encendido sin darse cuenta. La clase entera estalló en aplausos cuando excavó en una mina. Fue mágico.

Esa mañana, sin embargo, el panorama no se antojaba tan interesante. El proyector estaba religiosamente apagado—no había vuelto a cometer el fallo desde entonces—y el hombre estaba frente a su portátil, con la mano apoyada sobre el mentón y la mirada clavada en la pantalla. La clase entera hablaba en murmullos.

Harry tenía un auricular en uno de sus oídos y alguna serie reproduciéndose en la pantalla de su portátil, pero había perdido toda la concentración en ella porque Alfie, sentado a su lado, había decidido entretenerse jugando con su mano; primero trasteando con sus anillos, y después destapando un bolígrafo y pintando cosas en el dorso de su mano. Harry se había limitado a vigilarlo con el ceño medio fruncido, más que preparado para apartarle si veía que aquellos trazos tomaban la forma de un pene.

Sin embargo, Alfie se limitó a decorarle el tatuaje con forma de cruz que tenía junto al pulgar. Entre los intentos de Harry por seguir el hilo de la serie que se reproducía a su otro lado, alcanzó a ver como unía cada extremo de la cruz con líneas de tinta negra, convirtiéndola en un rombo.

—¿Qué se supone que estás haciendo? —murmuró hacia Alfie, pero él se mantuvo enfocado en su obra.

Lo siguiente que hizo, fue trazar una línea serpenteante que salía del extremo inferior de la cruz, y más tarde le agregó unos lacitos. Alfie levantó la cabeza entonces, mirándole orgulloso a través de esas gafas de pasta que muy de vez en cuando cambiaba por lentes de contacto.

—Ahora es una cometa —anunció, y Harry no pudo evitar exhalar una risita, sacudiendo la cabeza.

—Empiezo a creer que me he metido sin querer en una clase de primaria.

Sentadas detrás de ellos, Macey y Lydia llevaban un buen rato hablando entre susurros y riéndose por lo bajo, lo que ayudaba a reafirmar su teoría. Cuando les echó un vistazo por encima de su hombro, aún tenían los rastros de unas sonrisas divertidas. Llevaban en ese plan toda la clase.

—¿Qué os pasa? —cuestionó Harry, y Lydia sacudió su cabeza.

—Nada —simplificó, cambiando de tema al instante—. Tenemos que hablar sobre lo del cumpleaños de Nadine.

—Pero si aún quedan dos semanas —dijo, mientras Alfie se giraba a su lado sobre la silla para integrarse en la conversación.

—Ya, pero ayer estuve hablando con ella y me dijo que quería celebrarlo en Heaven —explicó Macey—. Tenemos que ponerle alguna excusa para evitar que reserve las entradas.

—Si todos le ponemos excusas se va a dar cuenta —dijo Alfie.

—Por eso hay que hablarlo. Hay que pensar en algo inteligente. Harry, piensa.

—Me lo voy a tomar como un cumplido más que como una orden —dijo él, alzando ambas cejas—. Podemos celebrarlo un día antes.

—Cae en jueves, tenemos clase.

—¿Qué más da? —cuestionó Alfie—. Si tampoco vamos a hacer nada muy descabellado, ¿no?

—Habla por ti. Yo pienso emborracharme.

Slow Like HoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora