Harry entornó los ojos hacia la pizarra. Estaba poniendo todas sus ganas en distinguir las letras diminutas que estaban escritas en la esquina, pero todo lo que veía eran borrones de tinta negra que le estaban provocando un dolor punzante entre las cejas. Ni siquiera forzando la vista era capaz de intuir las palabras, así que terminó por inclinarse frustrado hacia su izquierda, donde Macey atendía con desinterés mientras giraba un bolígrafo entre sus dedos.
—¿Qué pone en la esquina? —le preguntó.
—Glúcidos. —Su amiga respondió en un tono seco; sin mirarle.
Llevaba toda la mañana comportándose así con él, y sabía perfectamente cual era el motivo. Pero se había visto tantas veces en situaciones como esa con ella que, a esas alturas, ya ni siquiera les daba importancia. Apuntó la palabra en su esquema y volvió a lanzar una mirada entornada hacia la pizarra, solo para resoplar para sí mismo cuando se vio en la necesidad de volver a preguntar:
—¿Y abajo?
—Páncreas.
—¿Y en–?
—Harry. —Macey se volteó a mirarle, seria—. Necesitas gafas. Acéptalo, cómprate unas, y deja de molestar a los demás.
Harry rodó los ojos, ocasionándose a sí mismo una nueva punzada entre las cejas. Estaba harto de aquel día, y apenas eran las diez de la mañana.
—Lo que sea —dijo—, pero haz el favor de decirme qué pone en–
Macey arrastró sus apuntes sobre la mesa en un movimiento brusco.
—Toma.
Harry chasqueó la lengua, aceptando el par de hojas sueltas y colocándolas junto a sus propios apuntes. Estuvo copiándolos con el ceño bien fruncidos hasta que Macey los necesitó de vuelta y se los quitó sin mucho tacto, así que tuvo que volver a poner sus ojos cansados en los borrones de la pizarra.
Para cuando la clase acabó, su frente estaba apoyada en la mesa. Tenía los ojos cerrados y la sensación de que si los abría iban a explotarle al acto. La gente a su alrededor comenzó a arrastrar las sillas y le pareció que le taladraban el cráneo.
Contó hasta tres, suspiró lento y se incorporó. Todo el mundo recogía sus cosas y salía de la clase como si sus vidas dependieran de ello. Harry se quedó sentado, pellizcándose el puente de la nariz.
—¿Vienes o no? —Macey se dirigió a él, pero Harry ni siquiera la miró. Se frotó los ojos, valorando la opción de arrancárselos de cuajo.
—Ahora voy —fue todo lo que dijo.
Ella se alejó sin más, pero alguien siguió haciendo ruido a su otro lado de todas formas. Al mirar a su izquierda encontró a Alfie, que lo miraba de vuelta mientras metía sus apuntes en la funda de su portátil.
Él tampoco le había hablado en toda la mañana, y también se hacía una idea del por qué. Alfie le quitó la mirada con cierta actitud resignada, echándose su bolsa al hombro y haciendo el amago de alejarse.
Harry suspiró.
—¿Me acompañas a por unas gafas?
Alfie se giró en cámara lenta con cierta mirada sorprendida.
—... ¿Ahora?
Harry asintió. Era la hora del almuerzo, y lo último que necesitaba en ese momento era meterse en una cafetería llena de gente.
—Podemos comer algo en la calle —sugirió—, si quieres.
—Sí —respondió veloz, echando un vistazo a la mesa con la aparente intención de guardar todas las cosas que ya había guardado. Se aferró al asa de su bolsa cuando se dio cuenta—. Sí, claro.
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Slow Like Honey
FanfictionLouis comienza a cuestionarse su sexualidad por culpa de un chico nuevo que ronda por la cafetería de su universidad. Las cosas se lían de más cuando, sin quererlo, mete a su mejor amigo en la ecuación.