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CHIFUYU

¿Por qué buscas la aprobación de todos, Chifuyu?

BULIMIA.

Chifuyu serás un gran Alfa.

Chifuyu será mi ejemplar sucesor.

Chifuyu es un mierda, pero será un gran líder con el tiempo.

Chifuyu esto, Chifuyu aquello...

Malditos estándares de mierda.

Era apenas un niño de 7 años cuando toda su vida como Alfa se había escrito.

Era un plan en el que nada podía salir mal o al menos eso era lo que creían.

Nunca pudo tomar sus decisiones y al principio no se quejaba.

Entendía que decepcionar a sus padres no era una opción.

Pero aún así era un niño, uno que quería amigos, gente con la que conversar, salir, hacer pendejadas y vivir su vida.

Pero tenían en él espectativas tan altas que eran inalcanzables y tenía unos grandes zapatos que llenar.

— Aquí está mi heredero, un futuro Alfa, grande y fuerte — le presento su padre a sus amigos.

Pero la realidad para el pequeño rubio era muy diferente, todo el peso en sus hombros le hacía dar náuseas, desde las más pequeñas a las más fuertes dependiendo la situación a la que enfrentaba, pero nunca dejó salir lo que sentía.

De colegio en colegio, de ciudad a ciudad, iba pasando los años, aveces apenas se quedaban unas semanas en un lugar para luego volver a partir por culpa del trabajo de sus padres.

— No importan tus deseos, hijo, tienes que enorgullecer a la familia — le repetía su madre.

Pero la vida es tan cruel.

Y llena de maldad.

A los inocentes 15 años se reveló su segundo género, lo cual solo causó muchos problemas en su casa.

Omega, Omega, Omega.

La marca detrás de su cuello siempre se lo recordaba.

Soy un Omega.

Sus días fueron de grises a negros en un parpadeo.

Los planes de su padre se fueron al caño, y por eso estalló en ira, golpeándolo y junto a él, a su madre también por darle un estúpido Omega de hijo.

Tan solo tenía 15 y su padre lo discrimino sin importarle sus sentimientos o si lo dañaba en el proceso.

Le demostró su odio cada vez que golpeaba su pequeño cuerpo y el rechazo empezaba a dolerle en lo más profundo de su corazón.

Siempre le decía que lo odiaba con cada golpe, pero ¿Acaso él eligió ser un Omega? No, él destino lo quiso así.

15 años y ya deseaba su muerte.

Así pasaron semanas, los meses siendo el punto de la ira de su padre, hasta que se le ocurrió la brillante idea de casarlo con un alfa cuando cumpliera la mayoría de edad.

Esa fue la primera vez que expulsó todo lo que había comido. El dolor en su espalda por tantas arcadas, la garganta le ardía y hasta parecía quemarle, sus ojos llorosos, fue horrible.

Pero se sintió liberado.

Luego vinieron los estúpidos complejos que le creo su madre al recibir la tarea de educarlo como un omega disciplinado.