La luz le atormentaba, eran demasiadas voces a la vez, muchas batas blancas y ojos café. Miraba perdido entre las enfermeras y doctoras, el llanto del bebé le aturdía. Y cerró los ojos, esperó a que todos se vayan, y pasaron horas. No tenía hambre, tampoco podía comer, se le tenía negado para que el carbón cumpliese su papel de limpiarle.
Abrió los ojos, y una señora alta y rubia, con pose autoritaria, le preguntó: << ¿Cómo acabaste aquí?>>
No habló, su lengua se adormecía y el suero entrando por sus venas le preocupaba más que esa mujer.
—Soy la doctora psiquiatra, Ritsuko. Por favor, conteste a mi pregunta si quiere ser ayudado.
Explicó con pereza todo lo sucedido, los sentimientos le ahogaban y sofocaban sus palabras. Sus extremidades se aferraban con todas sus fuerzas a las sábanas arrugadas y frías. Con un azul suspiro, terminó de contarle a esa doctora su miserable historia.
Un agradecimiento, y se fue pisoteando el suelo con sus sonoros tacones.
Pasó un día.
Despertó, y lo primero que le dijeron fue:
—Ponte este pijama, te trasladamos a planta.
Obedeció, sin rechistar se lo puso y su padre acompañándolo hasta un ascensor. Pero se preguntaba constantemente, ¿por qué tengo que ir en silla de ruedas? Si no estoy parapléjico, ¿por qué hay un guardia de seguridad al lado mío? No voy a hacer nada malo.
Una gran puerta se postró ante él, de cristal duro con un cartel.
"No pasar".
Y luego otro de metal.
II
Qué aturdido estaba ese pobre chico, mirando los dibujos infantiles por las paredes, y las habitaciones totalmente cerradas. ¿Qué es este lugar? ¿A dónde me llevan? Seguro que piensa en eso. Pobre, y la vida buenas que le esperaba.
"Quítate la ropa, y dúchate".
"No te haremos nada, sólo es para ver si tienes heridas. Luego te cambias de pijama".
Al final le asignaron a una habitación, y le dijeron que durmiese tranquilo en la segunda cama, su compañero de cuarto vendría enseguida. E hizo eso, durmió por las consecuencias de las medicinas, la cama era dura y fría, pero el sopor le superó más que a su incomodidad.
III
Tras dos horas pasadas, escuchó la puerta grisácea abriéndose, una chica con el mismo pijama entraba junto a un joven alto de uniforme crema. Ella era su compañera de cuarto, mirada bastante cansada y posando su cuerpo desganadamente, y las mechas castañas caían sobre su nuca, eran pocas, pues más abundaba un cabello azulino y claro.
—Hola, Shinji. Soy uno de los enfermeros de la planta, Nagisa. Y ella es Rei, tu compañera de cuarto. Un gusto conocerte y espero que se lo pasen bien. —Una sonrisa gatuna se plasmó en su rostro, y luego soltó a la chica y se fue no sin antes cerrar la puerta delicadamente.
Un silencio se expandía por toda la habitación, clavaba y dañaba la mente de ambos. Se miraban fijamente.
—¿Por qué estás aquí? ¿Qué es este lugar? ¿Cuándo saldré?
Rei se tomó sus minutos para procesar todas las preguntas que le hizo el castaño, en su mirada se notaba desesperación y miedo, obvio, era el nuevo.
—Estoy aquí por voluntad propia al tener un ataque de ansiedad, hace seis meses me ingresaron también por intento de suicidio. Este lugar es un psiquiátrico, y el cuándo saldrás... —Pensó un poco, y musitó. —Depende de ti.
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Nací para conocerte (Kawoshin)
AcakHistorias cortas de esta hermosa pareja que iré subiendo con el paso del tiempo. ⊰❞ Kawoshin - ミ☁︎ ❝Historias cortas