40 días y 40 noches.

Día 3: Benjiro.

Hace 24 hrs...

El castaño tenía en sus manos la katana completamente ensangrentada, ya faltaba poco para el amanecer y su tiempo de estadía en aquella zona ya estaba a punto de caducar. Tomó el último pedazo de lo que alguna vez fue Karui y lo echó en aquel bolso que había traído desde su habitación. Limpió toda la sangre que pudo salvo una zona que no notó y salió del lugar con el bolso. El contador en su brazalete decía 8 minutos y estaba de color negro. Eso quería decir que debía salir de aquella zona lo antes posible. Con cautela fue hacia la zona Violeta. No había ningún alma y al parecer tampoco había ninguna trampa, o por lo menos eso creyó Benjiro, ya que al entrar en la zona Violeta con aquel bulto, no se percató que una esbelta figura lo observaba desde las sombras. El castaño fue directo hacia aquella zona que según el mapa era amplia. La zona del Dojo, por donde corría incluso un río artificial. Dejó el bolso allí y miró su brazalete. 5 minutos... debía darse prisa si quería hacer lo que tenía planeado hacer. Rápidamente volvió a la zona negra y se metió a la zona de las Calderas nuevamente.

2 minutos...

Benjiro no perdió tiempo y sacó la katana de Karui para comenzar a destrozar las tuberías. El vapor hirviendo comenzó a salir y el chico simplemente avanzaba hacia la salida destrozando las tuberías. Una vez que llegó a la puerta vio el lugar lleno de vapor y de inmediato cerró la puerta.

30 segundos...

Benjiro corrió hacia el primer piso y cuando faltaban 10 segundos el joven logró llegar al Hall. Lo había logrado... ahora, la segunda parte de su plan... esconder el cadáver...

Antes de ir al Dojo pasó por el laboratorio de química, buscó alguna sustancia que pudiera neutralizar el olor putrefacto del cadáver de Karui y lo encontró.

- Formalina...- dijo en un susurro casi inaudible. También sacó un poco de alcohol para desinfectar sus heridas, notó que había anexo al laboratorio una pequeña farmacia con varios medicamentos. De inmediato sacó analgésicos y antiinflamatorios. No habían gasas ni vendas, lo más probable era que aquello debería haber en la enfermería. - Tendré que ir de todos modos...

Dejó todo lo más ordenado posible y se dirigió al dojo. Una vez que volvió allí, llevó el cuerpo de Karui tras éste, abrió el bolso para que casi vomitara con el olor putrefacto de los trozos del cadáver, rápidamente lo roció con formalina y volvió a cerrarlo; luego con un pedazo de tubería comenzó a cavar, lo mejor que pudo, una pequeña zanja donde dejó el bolso y le tiró toda la tierra que pudo para que no se notara.

Una vez que había terminado su hazaña se miró en el reflejo del río artificial que ahora emitía vapor debido al agua hirviendo que estaba saliendo. No podía creer lo que había hecho... Jamás en su vida pensó en hacer algo tan atroz como lo que había hecho... No supo por qué lo hizo, solo recordaba que el pánico de morir había sido más fuerte que su razón y aquello fue lo que lo llevó a matar a Karui, no quería terminar como Juugo o Kidomaru, no quería...

En la actualidad...

Benjiro no podía dormir. Pensaba y pensaba... el recuerdo del rostro de Karui en el momento en que le enterró su katana no dejaba su mente. Si salía vivo de aquella mansión se preguntaba si podría volver a su vida normal? Después de todo... había matado a una persona y más encima a una persona conocida y apreciada por él... si pudiera averiguar quién era el enfermo que estaba detrás de todo aquello, ahí sí que no le importaría matar al desgraciado. Miró su brazalete para ver la hora, eran las 4 de la mañana... no tenía caso... no podía dormir. Se levantó en las penumbras de su habitación y encendió la luz. Quiso ir por una botella con agua pero al momento de tomarla notó el color peculiar de su brazalete. Estaba de color negro al igual que... aquella vez...