Harry cerró de golpe el grueso libro y lo arrojó con rabia a un rincón de la habitación. Suspirando, se levantó de su perezoso sillón y se asomó a la luz del gran ventanal que daba a los canales de Ámsterdam.
-¿No has tenido suerte, pequeño cuervo?-, dijo una voz grave que aún hacía que Harry se estremeciera... en el buen sentido. -Dolf está convencido de que los libros contendrán información sobre tu tatuaje. Y cariño, por suerte no es que el tatuaje haya seguido extendiéndose, además no has tenido ninguna pesadilla loca...-
-El libro sólo fue una gran decepción-, dijo Harry con un mohín. Dejó de buena gana que su prometido lo atrajera hacia su fuerte pecho, disfrutando del pesado peso de la barbilla de Rabastan apoyada en su oscuro cabello.
-Querido, tenemos tiempo. Sólo estamos esperando un avance-, dijo Rabastan con una tierna sonrisa.
Harry miró distraídamente, sin registrar las palabras de Rabastan. Sin embargo, le gustaba tener su cálido cuerpo contra él, le daba cierta tranquilidad. -Es jodidamente injusto-, murmuró Harry en voz baja.
-¿Qué es injusto, cariño?-.
-Algunos se meten en los armarios y consiguen Narnia; yo tengo una fina alfombra para dormir y aserrín en los ojos cuando mis parientes usan las escaleras. Jodidamente injusto-.
Los movimientos de masaje de Rabastan se detuvieron. La respiración de Rabastan se detuvo mientras digería la información de Harry, antes de soltar una estruendosa carcajada. Sus rizos oscuros hicieron cosquillas en la nariz de Harry, que se liberó inmediatamente del abrazo de su prometido. Un mohín rebelde se formó en su rostro y Harry se cruzó de brazos.
-Es que no veo qué tiene de divertido-, dijo Harry en tono severo.
Rabastan no pudo evitar sonreír ampliamente y trató de no arrullar llamativamente la linda cara de Harry. No ayudaba, sin embargo, que a Harry le hubiera empezado a crecer la barba, lo que se traducía en mechones de pelo en la línea de la mandíbula en los lugares más extraños. Mechones de los que Harry se sentía especialmente orgulloso y se negaba a afeitarse, algo que a Rabastan le resultaba sumamente entrañable.
-Que...querido-, logró balbucear Rabastan. -Tu cerebro funciona de una manera tan maravillosa que siempre consigues sorprenderme. Pero dime, ¿qué es Narnia?-.
Unos brillantes ojos verdes miraron con fervor a los oscuros de Rabastan. -Acabo de decir que Narnia es una jodida decepción. Igual que esta conversación-.
Harry se volvió hacia el clima holandés de llovizna y miró a la gente que iba en bicicleta por los pequeños e irregulares adoquines que adornaban la calle. Harry se asombró al ver a una mujer que se las arreglaba para meter a tres niños en una sola bicicleta y que, además, se las arreglaba para pedalear sin problemas. La gente de aquí era ruidosa, siempre había gente de pie y siempre parecía haber fiestas. En media hora, Harry ya había visto tres despedidas de soltero llorando en la calle y un gran grupo de hombres calvos con camisas rojas y blancas bebiendo grandes jarras de cerveza. Ámsterdam era una locura, pero nadie parecía conocer el nombre de Harry Potter, y aún menos gente parecía reconocerlo.
Dejando solo al malhumorado Harry, Rabastan se volvió, con los brazos extendidos en señal de desesperación, hacia Remus, que estaba leyendo en la esquina más alejada, cerca del fuego. -¿Qué es Narnia?- Rabastan siseó suavemente al tranquilo hombre lobo.
Remus no levantó la vista de su libro y respondió sin inmutarse -Narnia es un país ficticio. Las Crónicas de Narnia es una serie de libros escrita por un muggle, que cuenta la historia de unos niños que desempeñan un papel central en la historia de Narnia, un lugar donde los animales pueden hablar -(un león parlante tiene un papel destacado)- y donde la magia es un fenómeno cotidiano-.
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A CHANGE OF HEART
Fiksi PenggemarDespués del enfrentamiento en el Ministerio, Harry tuvo que huir a los Países Bajos, donde la familia Lestrange tiene una casa en los canales de Ámsterdam. Los libros que trajeron del Departamento de Misterios no ofrecen nueva información y su búsqu...