𝐈

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Las tierras del Sur están de fiesta, el príncipe supremo venía por una pareja. Todos saben el honor que seria si la familia suprema tomara una de sus hijas o donceles.

Los reyes del Norte habian recorrido el reino de esquina a esquina en busca de la pareja ideal para el joven príncipe.

Las doncellas y donceles se arreglan de pies a cabeza para la llegada de su majestad. El cabalgar de los caballos ya se escuchaba a la lejanía y con ellos el grito de un soldado

─¡LOS REYES SUPREMOS VAN LLEGANDO!─

Ya corren todos a sus hogares, las doncellas y donceles detrás de sus padres; Todos inclinando sus cabezas al paso del carruaje real.

Se sabe que en este viajan el rey doncel y sus cuatro damas; Príncipe y rey al final de la caballería cuidando el trayecto junto sus mejores soldados.

Los duques del Sur ya esperan a la puerta de aquel pequeño pero bello palacio, lugar donde sus hijos son resguardados, Park Rosseane y Jimin, una doncella y doncel.

─¡Abran las puertas! ─Ordeno el duque.

Los grandes portones de oro se abren de par en par, ingresando así los soldados, carruaje y realeza.

La formación es simple pero impenetrable, soldados en las cuatro esquinas de aquellos quienes gobiernan el reino más poderoso que a existido.

─¡Duque, amigo mio!

Es el rey supremo el primero en romper la tensión que se habia formando.

─¡NamJoon!

Ambos se acercan y se dan un fuerte abrazo olvidando asi sus protocolos.

─Bienvenido a mi humilde hogar. ─Ambos sonríen. ─¿Y el rey? ─NamJoon endurece el ceño a dejado a su rey dentro, seguro le hará el reclamo por eso.

─En el carruaje, debo ir por ellos.

─¿Trae a las damas? ─Sonrie. ─Que osado de su parte

─No tienes idea...

El rey retorna camino hacia el carruaje, donde toma la mano de un sin duda un muy bello doncel.

Aquel con quien fue desposado desde sus veinte primaveras y engendró un solo hijo, el príncipe.

─Majestad... ─Es el duque quien hace una reverencia de noventa grados al que es su rey supremo.

─Duque Park. Un gusto volver a sus tierras. ─Lo miró de pies a cabeza.

─¿Y el príncipe?

─Disculpe usted ,Jungkook es apenas más que un chiquillo, seguro se a ido a guardar a su caballo, ama a ese animal desde que es un potrillo.

─Entonces entremos, mi esposa e hija esperan dentro.

Así las dos imponentes figuras se adentraron a la bella fortificación conocida como el "Palacio blanco" hogar de los duques del sur.

Una hermosa doncella danzaba al ritmo de la música a manos de su madre en aquel salón principal.

─Mi señora. ─Una dama atrajo su atención. ─Los reyes han llegado... ─Dijo en un susurro.

─Gracias Hwasa. ─La mujer le sonrió y su hija bajo la cabeza tomando así sus respectivos lugares.

El doncel quien había permanecido sentado y en silencio solo miró a su madre arreglarse con rapidez al grito de un soldado desde el balcón de su habitación, y a su hermana mirarle con tristeza y el llanto asomándose a sus ojos.

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