Sueños

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Aprisionado por las mantas, tras mucho movimiento, despertó Kris agitado. Si bien ya no tenía pesadillas, porque había logrado liberarse para siempre del jugador, ahora lograba tener otro tipo de ensoñaciones, de esas que le sacaban leves suspiros y le revolvían con nerviosismo el estómago...

En sus sueños podría hablar claramente y hacerlo con decisión: se sentía lleno de determinación. Llegando a la puerta de un oscuro castillo, lo esperaba una figura distante, que lo saludaba con alegría. Sin pensarlo, corría para tomarlo suavemente por la cintura, acercarlo delicadamente y estrecharlo con un abrazo; con la mejilla de aquel ser pegada contra la suya, le decía lo importante que era para él, sellando sus palabras con un beso que se disolvía en el tiempo...

Aquello claramente lo avergonzaba, porque en la vida real, su príncipe mago esperaba una respuesta, pero su timidez lo había hecho esperar dos semanas, en donde decidió quedarse en su casa, evitando ir al Reino Oscuro.

-"Sé que él me comprende, siempre lo hace, pero desde ese día, solo me paralizo cuando estoy a su lado"- meditó mientras se incorporaba pesadamente, cansado.

Recordó esa vez nuevamente como si pudiera estar grabada permanentemente en su memoria.

Siendo liberado de los hilos que lo ataban, y seguir con vida, su corazón rebosaba emoción. Susie lo abrazó con rudeza y golpeó afectuosamente su cabeza, con orgullo. Ralsei, tímido se lo quedó viendo, hasta que por un momento estuvieron solos.

Ahí él confesó que hacía un tiempo estaba sintiendo algo que no sabía como explicar, ya que era su primera experiencia como tal, y como si se tratara de un poema que pareció estar practicando por semanas, le hizo saber que su sola presencia hacía a su corazón explotar, y que a pesar de que eso le asustaba, también quería sentirlo todo el tiempo, igual que sus abrazos.

Esas palabras, más la ternura propia del pequeño que lo hacían sonrojarse y trabarse, congelaron al humano, que solamente logró mirarlo con detención, mientras por primera vez, el color llegaba a sus mejillas, como un aviso de sus propios sentimientos.

Sin embargo no tuvieron tiempo de continuar la conversación ya que el conocido perro blanco que los acompañó en todas sus aventuras, jaló la bufanda de Ralsei, haciéndolo caer, y obligándolo a perseguirlo.

- Soy un verdadero idiota al sentir alivio cuando apareció esa mascota. Nunca volví a hablar con Ralsei a solas y tampoco quise, pero ahora no dejo de soñar con darle una respuesta. Es si como al ser libre, me hubiera hechizado su forma de ser por mi propia cuenta.

Mientras tanto en el mundo Oscuro, y él único que queda para tener el balance necesario, el pobre príncipe suspiraba con culpa:

- No debí decirle eso, no debí decirle eso, no debí decirle eso... ¿Y si lo asusté y ya no quiere volver más? Susie ha venido sola casi todos los días desde que le hablé y siempre me da una excusa diferente.

-No es tu culpa. Ni siquiera estás seguro de cómo se llama lo que sientes, maguito ingenuo. Es culpa del estúpido de Kris, que sabiendo lo que es, no pudo responderte... Aunque bueno, no es como si hablara demasiado, ya sabes, aunque ahora sea libre- contestó Susie, recién llegada del armario de suministros, para animar a su amigo. -Si quieres lo amenazo para que te responda... Solo dime donde quieres que lo muerda, puedo ponerme de acuerdo con Lancer. ¡Dios, Me enfada que no conteste cuando le hablamos, sobre todo si es importante!

- No importa Susie, no le hagas daño. Tal vez lo que tengo es una admiración platónica y nada más. Estuve leyendo al respecto... Pero, no logro dejar de pensar en él, en su felicidad. Lo conozco desde hace tanto tiempo, que lo único que espero a estas alturas es que vuelva a sonreír.

-¿Cómo que mucho tiempo? - Susie pidió explicaciones ante esa última frase. Hasta donde ella sabía, los tres se conocieron por accidente tras una fallida búsqueda de tiza.

-Verás Susie, creo que te contaré una historia, mi historia...

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