Prólogo

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El lugar se siente tenso y cada instinto de Louis le dice que debe tener cuidado con lo que se avecina. Así que con un suspiro y de brazos cruzados espera las órdenes que, según tiene entendido, su jefe le dará dentro de algunos minutos. 

Nadie más que Richard Styles, Samantha Styles y él saben del plan que han estado formando desde hace varias semanas. Mucho menos el hijo de ambos, pues es la principal víctima tanto de lo que harán para salvarlo como de lo maliciosos que pueden ser los alfas cuando desean algo, a un punto en el que lo romántico cambia en un segundo para convertirse en peligroso. 

Y no hay nada que a Louis le moleste más que omegas que se dejan manipular y alfas que se aprovechan de debilidades. 

Porque Harry Styles siempre ha sido un punto fácil para todo el mundo por culpa de la sobreprotección de sus padres, y el hecho de que ahora ha encontrado lo que piensa que es amor no hace más que complicar todo para su familia y para el resto de su entorno. Y por supuesto Richard no permitirá que nada malo le suceda a su hijo y en consecuencia a gran parte de sus negocios, así que semanas atrás decidió tomar el asunto en sus manos debido a que se estaba volviendo mucho más grave y profundo de lo que alguna vez pensó que sería. 

En todo el plan Louis sólo entra como la persona del área de seguridad en la que Richard más confía, por eso mismo está al tanto de cada paso que darán desde ese día en adelante.

Aunque todo el tema le molesta bastante, ciertamente, pues nunca entró en ese mundo gracias a su padre para proteger a omegas como Harry Styles. Por supuesto que no. Lo hizo para ayudar a gente como Richard, pues no está en su plan para el futuro ser niñera de nadie. Sin embargo, ya se encuentra condenado. Lo sabe, y además sabe que no puede negarse porque le estaría fallando a su jefe debido a que es una orden directa con la que estuvo de acuerdo. Con la que debió estar de acuerdo. Y le parece justo, pero soportar a un omega como lo es el hijo mimado de Richard… no tanto. 

Casi bufa de nuevo inconscientemente por sus pensamientos pero el ruido de la puerta del despacho de Richard abriéndose lo hace mantener la compostura. No muestra en su expresión la sorpresa que le causa ver a Harry salir de allí con las mejillas llenas de lágrimas, los ojos rojos y sorbiendo por la nariz, ni tampoco el pequeño atisbo de lástima que siente por él. Siempre es así.

—Él quiere que entres —pronuncia Harry sin mirar en su dirección mientras pasa a su lado directo a las escaleras—. Qué patético que luego de discutir con su hijo omega tenga que hablar con otro alfa para alimentar su ego. Dan asco. Cada uno de ustedes.

Louis no pronuncia palabra alguna, aunque no está sorprendido en lo absoluto por lo dicho. Desde que conoce a Harry siempre lo ha visto como una persona tan cerrada en lo que siente que cuando necesita exteriorizarlo lo hace con las personas incorrectas y además de la forma que menos lo beneficia. Incluso culpa bastante a Richard por ello, pues a pesar del espíritu que Harry tiene en ocasiones —el cual parece buscar independencia— lo protege demasiado, hasta llegar a un punto en el que no lo deja vivir. Y entonces termina en eso: Louis o cualquier otro miembro del personal de la casa soportando ese tipo de tratos que rozan lo irrespetuoso. Pero están acostumbrados, o al menos Louis lo está, luego de tantos años es lo que le queda hacer, por lo que no se lo toma personal.

Así que ignora a Harry con un bufido silencioso, negando con la cabeza, y camina hacia el despacho de Richard. Golpea la puerta suavemente y espera que el alfa le permita entrar. Cuando lo hace, se adentra y toma un fuerte respiro para prepararse para lo que viene. 

El lugar apesta a alfa y Louis quiere marcharse como siempre que debe estar encerrado en un sitio que no le pertenece. Pero como siempre que está con Richard, se obliga a calmarse, tanto a él mismo como a su alfa. Richard es su jefe y además no es su casa, así que no puede decir ni insinuar nada, pues lo que menos quiere es que pueda tomarse su actitud como un desafío. Para ello, parpadea varias veces luchando con su temperamento y detiene su andar frente al escritorio, donde Richard lo está esperando.

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