Prólogo

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Hay quien dice que no existe la casualidad. En su opinión, todas las cosas suceden por una razón; una fuerza misteriosa, a menudo llamada suerte o destino, guía nuestro camino por la vida y orquesta cuidadosamente encuentros, miradas y otras cosas aparentemente sin importancia que, de hecho, pueden tener el mayor impacto en nuestras vidas.

Ya sea por una extraña coincidencia o por la metódica planificación del destino, un trozo de pergamino acabó en una mesa equivocada del Ministerio de Magia. Puede que no parezca una información valiosa o incluso interesante, pero ese único documento mal colocado provocó el cambio de la vida de muchos magos y brujas. Sin embargo, me estoy adelantando; empecemos por el principio, ¿de acuerdo?.

El mencionado trozo de pergamino había recorrido un largo camino dentro de las paredes del Ministerio. De escritorio en escritorio, había vagado, ganando las firmas y sellos necesarios, hasta que fue casi oficial y sólo necesitó una sola firma más. Y entonces, cuando estaba tranquilamente sobre la mesa de la secretaria de Fudge, una joven simpática y sin ninguna aptitud para el orden, alguien volcó la pila de documentos que había junto al pergamino. Con las prisas de la pausa para comer, la secretaria amontonó rápidamente las hojas de pergamino, sin darse cuenta de que un documento extra se había colado accidentalmente entre dos hojas. Podría haber notado que faltaba algo si no hubiera aparecido un joven repartidor en ese preciso momento. Estaba un poco enamorada de él, y ¿quién podría culparla? Después de todo, el hombre era ciertamente guapo. Por desgracia, o por suerte, según se mire, dicho joven recogió el montón de documentos con el pergamino extra y se lo entregó a Lucius Malfoy.

Desde luego, eso no suena tan mal, ¿verdad? Uno pensaría que una vez que el señor Malfoy revisara los documentos, encontraría el pergamino y lo devolvería a su lugar. Sin embargo, ese día no era el típico para Lucius Malfoy, ya que llegaba muy tarde de una reunión y esos documentos debían ser entregados ayer, y por eso, de forma indudablemente poco Malfoy y poco Slytherin, firmó todos los documentos del montón, sin molestarse siquiera en revisarlos primero.

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