Capítulo 7: Corridors of Secrets

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Harry estaba explorando una vez más la inmensidad de la Mansión Malfoy. Aunque llevaba más de una semana viviendo aquí, todavía había muchos lugares que no había visto. Cada día encontraba algo deliciosamente bello, interesante o simplemente extraño; y las habitaciones no parecían terminar. Tal vez había un encantamiento de algún tipo, que confundía a Harry haciéndole creer que no había visto algunas de las habitaciones antes, o bien añadía más habitaciones a la mansión a medida que Harry seguía explorando. Sin embargo, Harry se lo estaba pasando de maravilla y la ausencia de Draco y la señora Malfoy no hacía más que acrecentar esa sensación.

Harry no estaba seguro de dónde pasaban sus días los dos Malfoy, y tampoco le interesaba tanto. Fuera cual fuera el motivo, estaba bastante agradecido de que sus días estuvieran libres de jaurías y miradas de odio, excepto en las cenas, donde se veía obligado a soportar su presencia. La relación entre Harry y Lucius se había vuelto cada vez más cálida; aún no eran amigos, pero se encaminaban hacia eso muy rápidamente.

Harry recordaba cómo Lucius le había consolado después de la pelea entre él y Draco. Después, Lucius había llevado a Harry al centro de la finca, un montículo bajo donde crecía un tilo solitario. Allí, Lucius había pronunciado un antiguo hechizo, con lo que Harry quedó conectado a las protecciones. Habían pasado el resto de la tarde paseando por el jardín, hablando de vez en cuando, pero sobre todo disfrutando del cálido atardecer de verano. Harry había descubierto que el jardín tenía varias caras, al igual que la casa. En la casa, había el piso de los invitados y el de la familia, así como el de la servidumbre. En el jardín, estaba el patio delantero destinado a los invitados, el patio trasero para la familia y los allegados, y el jardín de frutas, verduras y hierbas en la parte trasera. Harry había visto el jardín delantero, geométrico y recto como una regla, cuando llegó a la mansión, y había previsto algo parecido también en el patio trasero. Así que imagina su sorpresa, cuando vio que el patio trasero era en realidad un lugar muy confortable con sus coloridas flores, su ambiente tranquilo y su orden no obsesivamente mantenido.

Durante su remembranza, Harry había llegado a una habitación que, una vez más, no había visto antes. No era tan grande, más pequeña que la mayoría de las habitaciones que Harry había visto. Las paredes estaban pintadas en un tono cálido de rojo pardo y había espejos y apliques en ellas. Sin embargo, lo que más llamó la atención de Harry fue el piano de cola que había en el centro de la habitación. Una inspección más detallada reveló que también había otros instrumentos en la sala, por ejemplo, una gran arpa dorada y varios violines, flautas y otros instrumentos más pequeños.

Harry estaba encantado; hacía tiempo que no tenía la oportunidad de tocar, normalmente estaba demasiado ocupado en la escuela como para robar un poco de tiempo para sí mismo y escabullirse a la Sala de Menesteres para tocar. Había adquirido la habilidad en el instituto Stonewall; su profesora de música le había dado clases particulares cuando se había dado cuenta de que Harry tenía cierto talento, y le había dejado utilizar el piano de la clase para practicar. Harry había seguido tocando en Hogwarts y había mejorado bastante, y ahora todo ese talento volvía a él mientras se sentaba en el taburete del piano y acariciaba las teclas con suavidad. Pronto se consumió en la música y se olvidó del tiempo y del espacio.

La cena de esa noche había sido la mejor hasta el momento, al menos en opinión de Harry, pues Draco se quedaba con un amigo del colegio y la señora Malfoy se retiró temprano. Lucius le contó a Harry sobre alguna confusión en el Ministerio, al parecer Fudge había enfadado a varios enviados de Austria por hablar de la relación diplomática entre Gran Bretaña y Australia. Después de que hubiesen comido Lucius le notificó a Harry que probablemente desayunaría solo, pues Lucius tenía una reunión muy temprano, Draco aún se quedaba con ese amigo suyo y Narcissa también se iba temprano. A Harry no le decepcionó en absoluto tener que comer solo, al menos iba a haber paz y tranquilidad.

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