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×NADIA×

Rezaba por que Priscilla entrase por ese par de cortinas y me sacara de allí. No aguantaba más los nervios recorriendo cada parte de mi cuerpo. Para desocupar mi mente, lo que tanto tenía atorado en mi garganta lo dejé salir sin importar la reacción de Allan. Se trataba de mí, y necesitaba saber a dónde me llevaba con sus juegos.

Siguió acercándose. Coloqué mi mano en su trabajado pecho, deteniendo sus pasos. Me tensé por el contacto. Le había echo entender lo que quería así que se detuvo, enviándome una mirada confusa como respuesta.

-Me pediste ser tu novia cuando ni siquiera sabías mi nombre, siempre estás ahí para rescatarme, pero en realidad no te importo para nada, no soy nada para tí y no es que quiera serlo pero me confundes.- sus ojos me miraban con cautela, prestando atención a cada palabra que salía de mi boca. Suspiré para proseguir: - ¿Qué buscas en mí? No soy especial, no soy perfecta, tengo miedos que nadie tiene, soy un fracaso, no les intereso ni siquiera a mis padres...- me interrumpió cuando me llevó a sus brazos envolviéndome en una tierno abrazo. Sin darme cuenta, cascadas de lágrimas caían por mi rostro y mi pecho dolía. La gran mayoría de mis problemas se los había contado a alguien que conocí hace dos semanas apróximadamente, un completo desconocido a quien abrí mi corazón inconscientemente.

Me solté de repente.

-¿No vas a decir nada?

Su mano viajó hasta mi rostro con la intención de limpiar mis lágrimas, mas no lo permití. La tomé, llevándola al lado de su cuerpo.

- ¿Crees que estoy jugando contigo?- su expresión cambió a seria.- Ya perdí demasiado el tiempo como para jugar.

- Entonces, ¿por qué?

- ¿Siempre juzgas así a las personas? Un poco inmaduro de tu parte, ¿no crees?

-¿Perdón? ¿A caso no escuchaste por todo lo que estoy pasando?- logré escapar de donde por un momento pensé que sería imposible, sintiéndome ofendida.

- Dios, es que eres tan egoísta que me sorprende.- Me dio la espalda mientras pasaba su mano por el cabello color fuego.

Sus palabras me apuñalaron directo al pecho.

- Miren quién se atreve a decirlo, el chico que se cree inferior a todos solo por ser el capitán de un equipo mediocre. No hace falta conocerte para saber el tipo de persona que eres y disculpa si te ofendí pero creo que no te juzgué, sino que conozco a los que son como tú a distancia.

- ¿Eso es lo que realmente piensas? ¿Que me conoces?- elevó su voz, encarándome. - No sabes ni una maldita cosa de mi vida, ¡NADA! - me señaló con su dedo índice. -, y eso es lo que también eres para mí por si tenías dudas.

Cada palabra fue una gota de humillación que fue llenando mi vaso hasta explotar. Discutir no era mi fuerte y mucho menos algo que hacía a menudo. Normalmente lo permitía, cualquier tipo de insulto, broma pesada, y por más que mi hermana, Priscilla y Lucas intentaban que cayera en razón y colocara a cada quien en su lugar, no me atreví jamás. No sabía lo terrible que era hasta hoy.

-Si soy una pérdida de tiempo, ¿qué haces aquí todavía?

-Por primera vez estoy de acuerdo contigo.- escupió antes de tomar su mochila que se encontraba en el suelo y marcharse con enojo.

Luego de vivir aquel terrible momento me sentí acorralada, atrapada en aquella semioscuridad, con el miedo corriendo por todo mi cuerpo y cada músculo comenzando a temblar. La debilidad se apoderó de mis piernas. Ya no importaba lo más mínimo que Allan se haya marchado de esa forma. Mi día se volvió todo lo contrario a lo que planeé y ahora le tocaba al karma vengarse. Caí como pluma al suelo, el impacto estremeciendo mi cuerpo por completo. Los fuertes latidos causándome que respirara irregularmente. Esta vez me encontraba sola, Nina no estaba para tranquilizarme, Priscilla y Lucas ni pensaban aparecer por todo aquello, no tenía a más nadie, me tenía solamente a mí. El celular demasiado lejos como para alcanzarlo. Se me acababan las opciones mientras creía que moría. Mi vista se nublaba con cada intento de tomar aire, y mi mano sobre el pecho sintiendo la desesperada velocidad con la que latía mi corazón. Cada vez veía menos, solo recordé haberme tirado al suelo rindiéndome en llanto. Mis esperanzas andaban más abajo que mi autoestima.

US: Quienes Somos en Realidad [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora