Parte 9

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El lugar al que la llevó lo reconoció de inmediato, era uno de los parques que más visitaban cuando niños, o al menos que más visitaba ella junto con sus padres antes de morir su progenitor.

En el auto no hubo más que un silencio extremo del que no pudo ser capaz de ignorar, algo que se le hizo completamente extraño a Sesshomaru pues ella siempre había sido muy sociable, es por ello por lo que sabía que entonces aquella plática sí iba a tener un significado profundo en los dos.

Y no se sentía preparado todavía para hablarlo.

El sol comenzaba a esconderse y la brisa fresca hizo su aparición, al menos la época de calor traía consigo una gran satisfacción para él, y cuál más si no la posibilidad de verle las piernas a la mujer que le gustaba.

Vestía con diferentes atuendos que la hacía parecer una diosa y ese día no era la excepción, con un vestido arriba de las rodillas de color azul claro y motas en blanco, así como sus tenis que combinaban con unas calcetas altas hasta la pantorrilla, su cabello no recordaba verlo arreglado, desde que la conocía, siempre estaba alborotado que cayera sobre su rostro y hombros.

Le miró con atención la manera en que caminaba paseándose entre los juegos infantiles solitarios, hasta unas sillas de jardín en el punto más lejano del parque, donde comenzaba el bosque y la vio sentarse con ternura, palmeó la silla junto a ella y también tomó asiento.

—No sé ni siquiera por dónde empezar —confesó la mujer con un sonrisa que se esfumó de inmediato. Sesshomaru Taisho, siempre tenía que hacer todo tan difícil.

—Creo yo debería ser el que explique la situación, ¿no? —ella asintió—. Bueno, más allá de decir que me atraes, no lo sé.

Declaró exhausto de mantener un secreto que parecía no tener tanta importancia, pero que al menos sí tenía la certeza que era necesario decirlo. Especialmente porque ella era una parte importante de su vida y quería que lo siguiera siendo.

Odiaba saber que después de tanto tiempo, ella sí era algo importante y que durante mucho tiempo no logró darle una el valor que se merecía. Era un completo idiota.

— ¿Desde cuándo? —el albino bajó la cabeza pensando, ¿desde cuándo? Desde siempre, un sentimiento escondido por el odio y egoísmo, así como seguramente su vanidad que no lo dejaba pensar con claridad constantemente, pero esa parte de su vida no le molestaba en lo absoluto, sólo quería arreglar con ella y hacer lo que nunca logró hasta ahora.

—Mucho tiempo, supongo yo.

— ¿Y la carta? ¿Qué decía? —ahora frunció el ceño, sí recordaba qué decía la carta, para entonces era más un idiota que ahora, un idiota muy enamorado con los sentimientos de la adolescencia a flor de piel—. Oh vamos Sesshomaru, seguro lo recuerdas.

—Lo dejaremos así, no confesaré lo ridícula y melindrosa era aquella carta.

Kagome ahora rio de manera estruendosa, para ella era algo nuevo saber eso, y eso le agradaba, le gustaba verlo ser una persona diferente.

—Eres realmente adorable Sesshomaru Taisho.

Un intenso placer le recorrió el cuerpo entero en cuanto lo vio sentirse apenado, una faceta nueva que le emocionaba ver en él.

Ella se tomó el atrevimiento de colocarse a horcajadas sobre suyo, y él tan sólo la contemplo mientras se movía seductoramente sobre sus piernas en una danza que no hizo otra cosa más que encenderlo—. Tenemos un trato Sessh.

Comentó en un tono grave, y de pronto sus hermosos ojos se volvieron pasionales.

Ella besó con cierta desesperación sus labios que la recibieron con hambre despreciando cualquier conmoción de parte de su cobardía y dejó que todo surgiera tal como ella lo pedía.

Una lucha de quién era el más caliente suscitó entre ellos dos y era una pelea que no perdería.

Se recostó un poco más sobre la silla y dejó que el cuerpo de la mujer cayera completamente en el suyo, de pronto la húmeda intimidad de la azabache lo paralizó, su cuerpo era cálido, agradable y tierno, la deseaba y por alguna razón, su cuerpo no se resistió a hacerlo en un parque.

Las manos del hombre se pasearon sobre las piernas de la mujer, apretujó su trasero y la apiñó aún más hacia él.

—Te deseo tanto —murmuró el hombre entre besos, bajó a su cuello a recorrerlo eróticamente, fibras dentro de Kagome se electrificaron al sentir los labios del hombre en el lugar correcto acrecentando su libido.

Sin ninguna otra palabra las delicadas manos de la mujer se dirigieron hacia el cierre del pantalón de Sesshomaru, el hombre estaba por reclamarle el hecho de que ella no prosiguió más después de eso, hasta que sus ojos se clavaron mutuamente y supo que le gustaba que la observaran cuando lo hacía, de pronto sintió que su garganta se secaba, aquella mujer era insuperable.

Bajó el cierre de su pantalón y mientras se aseguraba que no había nadie en su cercanía, se dedicó a tomarlo con fuerza agitando con suavidad los pliegues de su miembro. Un suspiró salió de los labios del hombre y un gemido más sonoro se escuchó cuando ella logró introducirlo en su intimidad y empezó a cabalgar sobre de él con lentitud.

Las manos de Sesshomaru descansaron en su cintura, moviéndola a su voluntad. Aunque no sabía si era la suya o la de la joven. Kagome cerró los ojos imaginando nada más que un alivio saber que él la quería tanto como ella o incluso más.

Aumentaron la velocidad conforme los dos sintieron esas revoluciones que los llevó mutuamente al éxtasis. Los gimoteos ahogados de la mujer le dieron ánimos para continuar hasta que ella estuviera satisfecha y no fue hasta que sintió las paredes internas de su intimidad presionar contra su miembro.

Esta vez un súplica excitante salió de los labios de la mujer.

— ¡Sessh! —y no pudo evitar correrse también.

Ahí tan frágil en sus brazos, logró encontrar sus labios para besarla y abrazarla con fuerza al mismo tiempo que ella seguía moviéndose, intentando hacerlo excitarse una vez más. Y de alguna manera sabía que debían irse de ahí o terminaría haciéndola suya por muchas veces más.

Tentado a tocar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora