Capítulo 2: Déjà vu.

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Jueves 22/4/2021

Marbella - 20:00 p.m.

El sol se iba destiñendo el cielo y llevándose consigo toda una gama de colores cálidos para dar lugar a una paleta de colores oscuros. Era la primera vez que me detenía a ver el atardecer desde que había llegado a Marbella. Siempre había intentado estar ocupada a esa hora para no pensar en ello, pero ya era inevitable. Tenía ganas de ver este espectáculo de luces para retarme a mí misma a olvidar todo aquello que había dejado atrás, pero los recuerdos venían a mi mente como luces intermitentes que no podía apagar. 

Martes 12/2/2019

California - 17:15 p.m.


―¿Estás bien?―me preguntó Enzo mientras pasaba su brazo por detrás de mis hombros―. Llevas muy callada toda la tarde. 

Giré la cabeza hacia el dueño de esa voz que tan bien conocía. Llevaba saliendo con él un par de años y seguía enamorada de él desde el primer día que lo conocí. Sin saber cómo, entendí aquel primer día que él era mucho más de lo que aparentaba y desde entonces había estado confirmando mis sospechas. Detrás de esa fachada de tipo duro había un chico que se preocupaba por sus seres queridos, que lloraba si hacía falta y que era capaz de amar con toda su alma. Era eso lo que me gustaba de él. 

Con una mirada curiosa, sus ojos azabache se fijaron en mí. Le correspondí la mirada y lo observé con atención. Su flequillo, también oscuro, caía sobre su frente con aire revoltoso y en su labio inferior brillaba un pequeño piercing como recordatorio de su "fachada de tipo duro". Con sus tatuajes en un brazo y su actitud se había ganado mi corazón.

Hacía mucho tiempo ya desde que nos conocimos. Habíamos vivido juntos numerosas estupideces que solo consiguieron unirnos aún más. Un día, después de haber tenido muchas complicaciones, fuimos a la playa a ver el atardecer para relajarnos y desde entonces ir todos los días a ver la puesta de sol se convirtió en una tradición.

―Sí―respondí a su pregunta―, es solo que... Aún no se ha ido del todo―le respondí en voz baja acurrucándome sobre él.

―¿Aún no?―me miró frunciendo el ceño con preocupación―. Las pastillas deberían haberte hecho efecto. Llevas medio año tomándolas ya.

―Y lo hacen. Noto la diferencia. Ahora está más callada, pero cuando habla es para decirme que está sufriendo... Es como si la tuviera retenida. 

―Tranquila... Todo esto acabará pronto―me tranquilizó mientras me acariciaba el brazo. 

Asentí con la cabeza en silencio. Quería creerle. De verdad que quería, pero él no escuchaba sus lamentos y sus amenazas. Es muy fácil dar consejos sobre cosas que tú nunca has sentido y nunca vas a sentir. 

―Eso espero―dije finalmente en un suspiro.

―Hey, mírame―dijo cogiendo delicadamente mi mentón para obligarme a mirarlo―. Esto se va a acabar. Te lo prometo. Y estaré contigo siempre que me necesites.

No pude evitar sonreír y darle un beso. Pensaba que no me merecía a aquel chico, ni lo bien que me trataba. 

Jueves 22/4/2021

Marbella - 20:45 p.m.


―¿Estás bien?―me preguntó John sacándome de mi recuerdo y sentándose a mi lado para ver la puesta de sol. 

Una extraña sensación de que esta situación ya la había vivido antes me inundó por completo.

Negué con la cabeza mientras me quitaba las lágrimas de mis mejillas. No sabía en qué momento había empezado a llorar.

―Solo quería ver el atardecer... Hacía mucho tiempo que no me detenía a observarlo tranquilamente. 

―¿Y en qué pensabas?―me preguntó mirándome con curiosidad y preocupación al mismo tiempo.

Giré la cabeza y lo miré con atención. Por un momento mi corazón dio un vuelco al ver la similitud que había entre John y Enzo. Sus tatuajes, sus piercings, su actitud de chico malo ... Me tuve que obligar a apartar la mirada. 

―En el atardecer de California―murmuré más bajo de lo que pretendía.

―¿Era muy distinto al de Marbella?

―Un poco...

Me mordí el labio y me esforcé en retener las lágrimas. No quería llorar delante de John. La imagen que él tenía de mí era la de una chica divertida, graciosa, vacilona y fuerte. No la de una chica debilucha que se escaquea para llorar sin que la vean.

Entonces noté una mano en el hombro y lo miré.

―Estoy aquí, por si me necesitas o lo que sea...

Asentí y me di cuenta de la diferencia. Sin abrazo, sin caricias, sin beso y sin falsas promesas. Mi historia con John era realista, no una relación de ensueño.

―Gracias―le agradecí de corazón y volví a dirigir mi mirada hacia el horizonte.

La oscuridad ya había inundado el cielo y algunas estrellas empezaban a brillar mostrando sus constelaciones, pero mi tristeza interior seguía ahí. Por mucho que lo intente, jamás seré capaz de dejar atrás mi pasado tan rápido como el sol deja atrás el día.

Harper Hayley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora