Prólogo.

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Sábado 4/12/2021.

Comisaría de Marbella- 2:05 a.m.

―¿Señorita?―dijo una voz femenina con aires de superioridad cerca de mí.

La voz de la comandante Olivia sonaba desesperada y llena de ira. En circunstancias normales no me importaría en absoluto ni su actitud ni su bienestar, pero estaba metida en un lío enorme y mi libertad dependía de ella.

―Si no habla no tendré otra opción que llevarla a la cárcel federal con una cadena perpetua―añadió tratando de meterme presión para que hablase, pero eso era imposible para mí―. ¿Sabe qué significa eso? Significa que estarás todo lo que te queda de vida en una celda.

Seguí mirando hacia un punto fijo consternada, como desde que me sentaron en esa sala de interrogatorio. Mi mente no era capaz de procesar todo lo ocurrido. Veía sin mirar, oía sin escuchar, hablaba sin pensar...

―Mira, Harper. Quien calla otorga. Si no te defiendes, nadie te va a poder ayudar―suspiró cansada.

Aparté la mirada de mis manos ensangrentadas para mirarla sin sentimiento alguno. Ella estaba detrás de la mesa que nos separaba con las manos apoyadas en la mesa para parecer intimidante. Casi pude ver miedo en su mirada cuando notó que posé mi mirada en ella.

―Yo no he sido―es lo único que fui capaz de decir antes de que mi voz se quebrara.

Ella pareció vacilar por un momento al mirarme, pero la rabia sustituyó la sorpresa de nuevo.

―Hay testigos, vídeos, gente muerta y otras muchas cosas más que corroboran lo que has hecho. Todo lo que ha ocurrido esta noche ha sido por tu culpa. Lo que empezó siendo un juego ha acabado siendo una masacre. ¿Y tienes las narices de decir que no fuiste tú?

Sin darme cuenta una lágrima se derramó por mi mejilla y el vacío que había dentro de mí hizo que se me encogiese el corazón. Me quedé sin aire. Mi mente seguía sin reaccionar siendo solamente capaz de procesar el dolor.

―Tanto que hablabas al principio y ahora... ¿Te comió la lengua el gato?

―Yo no he matado a nadie―susurré con un nudo en la garganta.

―¡¿Qué no has matado a nadie!?―dio un golpe en la mesa acercándose a mí―. Te pudrirás en la cárcel el resto de tus días.

―Yo no he...

―¿Entonces quién demonios ha sido Harper?―me interrumpió y yo fui incapaz de contestar―. Eso me temía... Ve a contarle tus mentiras a otro.

Entonces se apartó de mí para irse dejándome esposada, sentada y sola.

Harper Hayley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora