XVII. 𝐘𝐀 𝐍𝐎 𝐀𝐆𝐔𝐀𝐍𝐓𝐎 𝐌𝐀́𝐒

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La muerte de Jun se hizo tendencia en todos los canales de noticieros y diarios digitales. Ponían cosas como: "Con todas las fuerzas que le quedaban, le rogó al doctor que empezaran a vacunar a los más jóvenes para que no terminaran como él y los otros dos jóvenes de la ciudad de Tokio". Mucha gente rompió en llanto por las palabras del jóvenes. Salían a las calles con enormes carteles como modo de protesta en reclamo por la vacunación a los menores de edad. Fue una locura, porque hubo mucha gente que no respetó las medidas sanitarias como el uso de mascarillas quirúrgicas o el distanciamiento social; tuvo que intervenir la policía. Fue toda una locura.

Sanae vio esas noticias aterrorizada.

─Mi-misugi... No puedes estar muerto... No puedes...─ su voz sonaba cada vez más rota y las lágrimas empezaron a resbalar sus mejillas─¡CORONAVIRUS! ¡BASTA! ¡POR FAVOR DEJA DE LASTIMAR A LA GENTE QUE AMO!─ gritó.

Este virus ya le arrebató a su mejor amiga y a su amigo. ¿Qué falta? ¿Qué se lleve también a Tsubasa?


Pasaron unos tres días, y el país estaba más alerta que nunca por el número de casos de covid diarios. Las cifras son espeluznantes: más de veinte mil casos diarios y cientos de víctimas mortales, y hasta ahora, tres de ellas fueron en menores de edad, y podrían seguir siendo más... Este era sin duda el peor verano de la vida. Ya muy poca gente iba a la playa. Ahora empezaron las olas de calor insoportables, y había gente que sufría en sus casas. Querían ir a la playa más que nunca, pero tenían miedo de contagiarse y terminar como esos tres jóvenes. La gente que tenía piscina no sufría tanto, pero los que no tenían manera de refrescarse... era un infierno.

El miedo y el pánico eran lo único que rondaba en las calles.


Hyuga, Takeshi y Wakashimazu miraban las noticias. Takeshi lloraba en brazos de Hyuga por la muerte de Sorimachi, y no sólo por él, sino porque estaba muy asustado. No quería morir tan joven.

─Hyu-hyuga... ¿Vamos a morir?─ lo miró a los ojos. Sus ojos violetas estaban hundidos en un mar de tristeza.

─No, Takeshi. No te preocupes. Tu salud es perfecta. No te pasará nada.

Mientras tanto, Wakashimazu miraba lo que decían los reporteros.

─Les pasamos los datos de esta jornada en cuanto a covid-19 se refiere: hoy fue un día récord con treinta y siete mil cuatrocientos noventa y un casos nuevos y ochenta fallecidos. Se realizaron cien mil seiscientos diez tests...

─Esto está cada vez peor─ pensó Hyuga con preocupación─. Si no detenemos al coronavirus... no existirá el futuro para nosotros...

─Siguen las protestas por los jóvenes fallecidos en Tokio, la ciudad que tiene más contagios de coronavirus... Oh, disculpe, señora, ¿qué opina de todo esto?─ le da el micrófono a una señora gorda, de unos cuarenta años.

─¿Que qué pienso? Que esos niños no se cuidaron y ahora obtuvieron lo que se merecían. Yo al menos me estoy yendo a vacunar justo ahora como ciudadana responsable y consciente de la realidad que estamos viviendo...

A Wakashimazu le hirvió la sangre por esas palabras tan crueles por parte de esa gorda.

─¡SE ACABÓ! ¡ESTOY FURIOSO!─ apagó el televisor con el control remoto y luego lo azotó contra el piso.

─Cálmate, Ken...

─¡¿QUE ME CALME?! ¡¿CÓMO MIERDA QUIERES QUE ME CALME CUANDO ESTA GORDA MAL COGIDA ESTÁ HABLANDO PESTES DE NUESTRO SORIMACHI?! ¡NO TIENE NI IDEA DE TODOS LOS RIESGOS QUE HIZO POR AYUDAR A SUS PADRES!

─Atrás, Takeshi─ Hyuga puso un brazo en frente del más pequeño. 

─¡LA GENTE ESTÁ CADA VEZ PEOR! ¡Y TODO POR CULPA DE ESTOS NOTICIEROS DEL CULO!─ agarró el televisor y lo levantó en el aire.

─¡WAKASHIMAZU!

─¡No rompas el televisor!

─¡ESTO ES LO QUE PIENSO DE SUS NOTICIAS DEL ORTO, NOTICIEROS DE MIERDA!

─¡DETENTE, KEN!

─¡POR FAVOR!

Entonces se escuchan sollozos por parte de Wakashimazu.

─Y-ya no soporto tantas estupideces en medio de esta catástrofe... 

─Wakashimazu...

─¡SORIMACHI! ¡TE NECESITOOOOOOO!


Makoto pasó los últimos días esperando a estar totalmente solo, porque si pensaba hacer eso, tenía que estar solo para que sus padres no lo detuvieran.

Finalmente hubo un día en que ellos tuvieron que hacer una "salida de emergencia" para poder ir a comprar comida barata y más alcohol en gel. 

Ese fue el último día de Makoto...

Se sentó en su cama, sosteniendo el cutter con una de sus manos, y miraba la muñeca de su otra mano.

─Esto va a doler, pero no tanto como el vivir un día más con esta familia tan tóxica en medio de esta pandemia─ dijo, con los ojos apagados─. Ya no aguanto más.

Entonces colocó la punta del cutter sobre la vena, e hizo un corte profundo.

Sus gritos y quejidos de dolor eran horribles de escuchar, pero tenía que resistir hasta que ya no pueda respirar.

Pasaron unos cuantos minutos de total agonía, hasta que llegó un punto en el que la pérdida de sangre fue tan grande que se desmayó en el piso frío de su cuarto, pero no tanto como su cuerpo. Estaba en medio de un gran charco de sangre.

─A-adiós... padres... A-diós... equipo... Adiós, vida...─ dijo con una voz apenas audible.

Y finalmente cerró los ojos para no volver a abrirlos nunca más.

𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗩𝗜𝗥𝗨𝗦 ❱ Capitán Tsubasa (remake) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora