Todos conocemos a Harry Potter, el joven adolescente que mato al señor oscuro, al-que-no-debe-ser-nombrado o Lord Voldemort como quieras llamarlo, el señor tenebroso que atormento a toda la comunidad mágica por varios años, pero... ¿Qué tal si la vi...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
─────«•⏃•»─────
La carta
─────«•⏃•»─────
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Irina se dirigió hacia su habitación, al llegar se encontró con una puerta que en realidad no lo era, sino una sólida pared que fingían ser una puerta. Al pararse enfrente de esta puerta, la pared empezó a separarse, dejándola pasar. Al entrar vio cuatro camas con dosel, estaban cubiertas de edredones verdes con una mesita de noche junto a ellas y con los baúles del colegio al pie de la cama, la cual en una placa contenía su nombre. Cerca de ella hay una silla de madera y una cómoda, donde una lámpara se encuentra sobre ella. La cama cuenta con una gran cabecera de madera y con un gran pie en donde las alumnas pueden decorar. Las paredes y suelos son de piedra. Hay tragaluces en donde la luz que atraviesa el Lago Negro ilumina el dormitorio. También hay una almohada blanca en el suelo, una percha en la cómoda y una caja de rapé en la parte superior de su baúl para las mascotas, en donde Irina acomodo la jaula de Ara.
Después se dirigió a su baúl y saco su pijama, se fue a uno de los baños a cambiarse, al salir volvió abrir su baúl y de ahí saco la carta que le había dejado su mamá, no lo quiso leer en el tren porque venia acompañada de sus amigos y deseaba leerlo en un lugar cómodo y privado. Abrió la carta y de ella saco un pergamino.
« Chester, Inglaterra 8 de abril del 1937
Mi quería Irina...
Si estas leyendo esta carta quiere decir que ya estás en Hogwarts o en Durmstrang. Lamento que no pueda rodearte con mis brazos y decirte lo mucho que te quiero y lo feliz y orgullosa que estoy de ti. Qué no pueda ver tus ojos, limpiar tus lágrimas y aconsejarte cuando necesitas algo. Pero, aunque no puedo estar ahí presente, tienes que saber que te sigo a dondequiera que vas. Que un amor tan fuerte como el que te tengo, un amor de madre, no puede romperse con nada; sigo a tu lado mirando todas tus decisiones, tus aventuras, tus experiencias y dándote fuerza desde donde estoy.
