𝐀𝐭 𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐞𝐠𝐢𝐧𝐧𝐢𝐧𝐠 ━━━ Luka Couffaine

𝟎𝟖│𝐀𝐠𝐚𝐢𝐧𝐬𝐭 𝐎𝐮𝐫𝐬𝐞𝐥𝐯𝐞𝐬

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【 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟎𝟖  】

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❝ 𝐂𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚 𝐧𝐨𝐬𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐨𝐬 ❞
¿𝑄𝑢𝑒́ 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑝𝑎𝑠𝑎𝑛𝑑𝑜?

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La mirada de la oji-avellana se paseaba por el establecimiento, primera vez que entra a esa cafetería, no rechazó la oferta y aceptó temerosa a la mirada neutra de Juleka Couffaine.

Que aparezca buscándola fue extraño, que quiera hablar con ella aún más extraño, que no diga una palabra empieza a ser inquietante. Que pronto oscurezca era señal de un regaño en casa por la hora límite, pero eso dejó de ser relevante al crear mil preguntas en su cabeza.

Suspiró con pesadez girando la taza en la mesa sin saber que decir, sus manos apretando las rodillas, esperando tener una conversación nada amigable, tal vez la pelinegra diría lo que piensa y a su parecer no era nada bueno.

Cree que nunca le agradó que estuviera cerca de su hermano.

Sobre la mesa, una tarjeta apareció en su campo visual, arrastrado sobre la superficie plana por Juleka. Observó la tarjeta un poco confundida, leyendo las grandes letras brillantes, una caligrafía perfecta.

Una invitación para una presentación en vivo, los colores morados del diseño y los detalles blancos iluminando al artista principal Jagged Stone, le llevó a entender que era la invitación para el show que tanto se prepararon, uno que harían con el famoso artista Jagged Stone. Un evento muy solicitado, las entradas quedaron agotadas al poco tiempo de su venta y esa invitación es un pase directo para familiares o amigos más cercanos.

Claro que no iría a pesar que planeaba acampar en las taquillas para comprar los boletos el primer día de su venta; Liv se lo prohibió y le llevó a la realidad que se gastó todos sus ahorros para comprar la mercancía de su serie favorita.

Pedir a sus padres dinero quedó descartado.

No tenía de qué arrepentirse, disfrutaba de un fin de semana viendo películas con helado y su pijama roja con motas negras, su pulsera favorita de serpiente y su diadema con orejitas de gato.

―Luka guardó esto para ti ―murmuró.

―N-no puedo aceptarlo ―la menor se encogió de hombros y con todo el dolor de su alma arrastró la invitación con su mano para devolverlo―. Gracias, pero no puedo...

―¿Por qué lo terminaste? ―cuestionó apoyando las manos sobre la mesa, mirada desafiante que heló la sangre de la menor―. ¿Dejaste de quererlo?

―No... y-yo... bueno ―titubeó nerviosa―. El caso es... Olvídalo... ya terminó.

Tonta, tonta, tonta.

―Okey... ―musitó la pelinegra sacando su celular de su bolsillo y mandando un rápido mensaje que llamó mucho la curiosidad de Nadine.