- OCHO -

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8: 

Había sido atrapada de nuevo, así que me pare frente a Paris con confianza. Ella aún me miraba consternada. Suspiré y evité cualquier contacto visual con ella.

"Hannah, dime." Escuché la voz baja de Paris.

Me quedé atrapada en mis pensamientos por unos momentos, ya que una manera de ponerle fin de una vez por todas a esta situación llenó mi mente. Estaba segura que trairía varios riesgos, pero no podia soportarlo más.

"Tengo que irme." Murmuré, empujando a Paris hacia un lado.

"¿Qué? ¿Hannah? ¡No!" Me tomó por el hombro, pero me moví bruscamente hacia la izquierda haciendo que su mano se cayera de mi hombro.

Me siguió hasta el pasillo principal, observé como un niño sacaba libros de su casillero al final del pasillo.

"Quedate con él." Le dije a Paris sin siquiera voltearla a ver. No quería que absolutamente nadie me siguiera ni que nadie más se involucrara en esto. Sabía que me había escuchado ya que se paró inmediatamente confundida tratando de decirme algo. No me importaba perder un día de clases, necesitaba terminar con esto ya.

Sin importarme nada, caminé hacía la salida.

Mis botas se atascaban en lodo y charcos llenos de agua sucia. Pero solo tenía una meta en la mente: encontrar a alguien de esa estúpida pandilla de delicuentes y encaralos, no podía vivir con miedo siempre. Sabía que era peligroso, sin dudas, pero ¿quién me decia que no lo intentara? Lo pero que podría pasar sería mi muerte. Y honestamente, si me dieran elegir entre vivir con miedo o que me dispararán, elegiría sin pensarlo, la segunda opción.

Giré en la ya conocida calle en donde se encontraba la fábrica, alguno de ellos tenía que estar ahi. Pero con cada paso que daba, el miedo aumentaba en la boca del estómago. Tal vez me había creido demasiado segura para hacer esto... Además, ni siquiera estaba segura si había alguien de ellos ahí.

Decidí no darme por vencida, el miedo no me frenaría, pero mientras más me acercaba a la fábrica, un cuerpo sentado en lo alto, sobre la orilla de la pared con las piernas al aire, se hacía visíble. Podía reconocer su cuerpo desde metros de distancia. Un escalofrio me recorrió completa. Como el viernes, llevaba sus risos alborotados, llevaba un sueter en 'v' color negro, al igual que sus pantalones, y unas botas negras con punta de acero. Me sorpendió su atuendo, ya que yo lo imaginaba más del tipo de chicos con pantalones y playeras fachosas. Pero este atuendo lo hacía ver aún más impotente, del tipo "nadie me dice que hacer."

Tomé una profunda respiración, y me apróxime más hacía donde él se encontraba. Mientras me acercaba, logré ver un bulto de lado derecho de su sueter, debía ser su pistola. Mis pasos se volvieron inseguros.

De todos los integrantes de su pandilla, él era el que me daba más miedo.

De repente, sus ojos verdes chocaron contra los mios. Se tenso y frunció el ceño mientras me veía. Tenía que hablar con él, aún si él era el que me daba más miedo o con el quién había mas probabilidades de terminar muerta.

Ahora, sólo me encontraba a unos metros de distancia de él, me acerque más. Él bajo su mirada.

"¿Qué mierda haces aquí?" Preguntó bruscamente. Saltó de la barda y de posicionó frente a mí. Me sacaba al menos una cabeza.

Mi cuerpo se tensó, sentía mi corazón latir rapidamente contra mi pecho.

"Perra, estoy hablado contigo. ¡Contesta!" Me gritó.

Bueno, al menos tenía la suerte de que sus amigos no se encontraran aquí.

"P-primero que nada ¡no soy una perra!" Mi voz sonó débil.

"Sí, sí lo eres, y sólo espero que cierres tu jodida boquita de una vez por todas." Gruñó. Tragué el nudo en mi garganta.

Me había llamado perra, no podía tolerar aquello.

"¡Oh no! Yo NUNCA dije NADA sobre ti y tus malditos amigos. ¡Desde que te ví en la tienda nunca abrí mi boca! Y. No. soy. Una. Perra." Dijé la última parte con la mandíbula apretada.

No me había fijado, al menos no del todo, que mis manos se encontraba sobre su pecho empujandolo con fuerza hacia atrás. Bueno, al menos lo intenté, porque segundos después, una grandes manos envolvieron mis muñecas, mantendiendolas apretadas con fuerza.

"Más te vale no hablarme de ese modo." Me amenazó. Okay, ahora sí que estaba caminado sobre la cuerda floja.

"¿Y que harás al respecto eh?" Alcé una ceja y miré fijamente sus ojos esmeralda.

"Oh... Niña ruda. Me gusta." Sus ojos viajaron por todo mi cuerpo, pero antes de que pudiera decir algo, colocó mis muñecas detrás de mi espalda. Causandome una mueca de dolor. "Pero regresando al punto actual, yo podría fácilmente matarte cariño, y lo sabes."

Traté de dar unos pasos hacia atrás, pero su agarre a mis muñecas no me lo permitió. Tan sólo unos cuantos cemtímetos nos separaban.

"Hazlo." Murmuré por lo bajo.

Un brillo cruzó por sus ojos. Frunció el ceño.

"¡HAZLO!" Grité desesperada, cerrando los ojos.

De repente, él me agarró fuertemente, poniendome contra su pecho. Mientras que su brazo derecho me rodeaba por la cintura.

... después escuché un fuerte 'bang'.

Harry presionó el gatillo.

The Danger's Eyes || h.s/ tran.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora