Salí con mi abrigo de invierno a causa del frío para caminar a a lo largo de una de las calles menos transitadas en una vecindad en Londres. La mayoría de las tiendas se encontrában cerradas, aunque sólo había unas pocas. El otoño terminaba, y los frios de invierno estaban llegando, sin un abrigo o un sueter no podias salir a la calle.
Mire a mi alrededor curiosa, pero al mismo tiempo llena de miedo, había caminado por varias calles demasiado oscuras, no estaba acostrumbrada a salir a estas altas horas de la noche. Lamentablemente aquí es dónde vivo a causa de mi año en el extranjero. Vivo con una familia no muy adinerada, pero me dan todo el cariño que necesito. Comparto cuarto con la hija menor, tiene doce años. Se que no es la mejor solución, pero prefiero a dormir en el frío.
Un grito ahogado salió de mi boca a causa del frío, el aire helado hizo que metiera mis manos en los bolsillos de mi abrigo. Mis botas se derrapaban en el suelo congelado, y pequeñas nubes de humo a casua del frío salian de mi boca. Seguí el estrecho sendero hasta llegar a una esquina en donde dí la vuelta, me sorprendí al fijarme en que la pequeña tienda en donde mi padre postizo compraba el pan cada mañana, se encontraba abierta. Normalmente cerraban alrededor de las seis de la tarde, y ya eran pasadas las once de la noche.
Mientras más me acercaba, logre ver a un grupo de chicos afuera de la pequeña tienda. Eran la típica pandilla de chicos rudos que se encontraban mucho por esta zona. Al parcer eran 5 chicos, me acerqué.
Mi corazón comenzo a latir rapidamente contra mi pecho mientras más me acercaba hacia ellos para seguir mi rumbo. Quería dar la vuelta y regresar, pero eso ya no era posible.
Uno de ellos cargaba una bolsa negra en su mano derecha, mis ojos se posarón sobre el único chico rubio de toda la pandilla, sus manos descansaban comodamente sobre sus bolsas traseras. Otros dos platicaban animadamente el uno con el otro, mientras que yo intentaba pasar desapercibida por el otro lado de la calle.Maldición, ellos estaban robando.
Desafortunadamente, también había un quinto chico, tenía el cabello ondulado, y usaba una pequeña gorra negra, también traía puestos unos lentes oscuros, lo que se me hizo raro, ya que el sol había desaparecido hacia mucho tiempo, ahora solo estaba el negro de la noche.
"¡Hey! ¡Para perra!" El chico con la bolsa negra me gritó.
Miré hacia arriba buscando su mirada, pero rápidamente la volví a posar en el suelo congelado al ver que ninguno de ellos me ofrecían una cara amigable.
"¿Qué haces caminado a esta hora y en esta vecindad pequeña perra?" Preguntó el chico con el cabello ondulado, mientras agarraba con brusquedad mi mandíbula. Traté zafarme de su agarre, pero mi intento fue en vano, el era demasiado fuerte.
"Ya deberías estar en tu casa nena" Me dijo un chico con un arete en la ceja. Sentí como mi pulso se aceleraba, y mis palmas de las manos comenzaban a mojarse a causa del sudor.
"Háblame nena" Me dijo el chico de cabello ondulado, mientras suavizaba su agarre sobre mi mandíbula. Traté de decir algo y alzar la mirada, pero al momento en el que lo vi a los ojos me arrepentí, sus ojos me intimidaban.
Él me intimidaba.
"¡Oh, vamos chicos." Habló por primera vez el chico rubio. "Déjenla ir, no necesitamos otro testigo."
El chico de cabello ondulado me zafo de su agarre con un gruñido.
"Sólo por esta vez pequeña" Me dijo mientras me empujaba hacia la calle, gesto que no desaproveche para salir inmediatamente corriendo hacia la calle siguiente.
Pero claro, nunca imaginé que una de ellos me estuviera siguiendo...
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The Danger's Eyes || h.s/ tran.
Genç KurguLas reglas son simples, síguelas, y él no las cambiara. Hannah es un libro abierto, no hay duda. Pero... ¿Qué es lo que hubiera pasado si ella no hubiera visto a él y a sus amigos robando esa pequeña tienda en el vecindario de Londres? Entonces...