Ep 1:La chica de cabello rubio

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Era un día soleado, lo cual desagradaba a Regulus, él siempre habría preferido los días sin tanto calor o los días lluviosos, eran perfectos para estudiar.

Regulus se corrió de la ventana de su habitación, su habitación estaba bastante limpia, a diferencia del sucio de Sirius, siempre creí que si alguna vez habría un gato muerto en esta casa estaría en ese cuarto, que no solo se decoraba de los horribles colores de Gryffindor, si no que también de chicas muggles en bikini y motocicletas. Frunci el ceño involuntariamente, cerré mi libreta y la guardé debajo de mí armario.

Salí de mi cuarto y observé a mi alrededor, a veces esa casa podía ser deprimente. Baje las escaleras cruzandome con varios elfos domésticos, las cabezas de ellos arriba de las escaleras era realmente extraño, a pesar de ser una tradición.

Cuando llegue al salón me di cuenta que mi madre estaba allí leyendo un libro y mi padre, como siempre, no estaba.

-Regulus, cielo, ¿Has visto a Sirius?

Mire a mi madre, tenía los ojos rojos, parecía haber llorado.

-No, madre, No lo he visto. Debe estar con los salvajes de sus amigos, esos que cuando vienen se comen lo que hay en el refrigerador.

-Esta bien, gracias, hijo.

Y volvió a meter su vista en su libro. Regulus observo el piano que estaba en el lugar, siempre le había gustado tocar, pero últimamente se sentía muy soso, era siempre la misma aburrida melodía desde que tenía memoria.

Regreso a su habitación y se acostó en la cama con pesadez. No tenía noción del tiempo que había pasado, pero en cuanto cerró los ojos y su oscura habitación se desvaneció, una luz entró por ella.

-Inútil -sonó la voz de Sirius en la habitación-, traje a alguien, compórtate y baja a cenar.

-Ya voy -respondí con cansancio.

La puerta volvió a cerrarse. Regulus suspiro profundamente,

<otra chica más, pobre ilusa> -pense con malicia.

Lo que lo desconcertó bastante es que casi nunca traía chicas a la casa, y menos si estaban nuestros padres.

Regulus se levantó y encendió la luz de su habitación, sacó de debajo del armario otra libreta, una más con la que él se divertía; Eran los registros amorosos de Sirius. Había tenido tantos que Reulus se divertía anotando y dando sus conclusiones sobre esas relaciones. Ya iba por la número sesenta o... ¿setenta? El primer número estaba algo borroso debido a las lágrimas de risa que había derramado.

Dejo la libreta sobre la mesita y corrió hacia el comedor. Estando ahí se dio cuenta que entre las negras cabelleras de los Black, había una de color rubio claro. Regulus la examino, entre todas las chicas que Sirius habia traído, esa era la más hermosa hasta ahora, y por diferencia. Tenia una cabellera rubia, clara y ondulada, sus ojos verdes color miel y su tez blanca hacían resaltar su hermosa sonrisa blanca.

Regulus se sorprendió al ver que Sirius la miraba atontado y con un brillo en los ojos. Su madre parecía igual de maravillada con aquella joven, su padre, que se encontraba presente, le sonreía muy calurosamente, algo que le pareció extraño verlo así. Regulus decidió no ceder ante aquella aura encantadora y salvaje, entro en el comedor sin sonreír y todos lo miraron.

-Ah, te presento a mi hermano Regulus -dijo Sirius rápidamente a la joven en cuanto él entró en el lugar.

-Hola, Regulus. -lo saludo la muchacha, tenía una voz calmada pero divertida. Sin duda había algo en ella que le hacía recordar a su hermano.

-Hijo -dijo su madre-, te presento a Freyja Ollivander, tu conoces a su padre, es el fabricante de varitas.

-Hola -saludo él cortante.

Cuando los elfos sirvieron la cena sobre el limpio mantel, sus padres parecían babear sobre la joven, que miraba s Sirius con cariño. Cuando empezaron a comer las preguntas empezaron a surgir del aire.

-¿Así que tu padre es un Ollivander? -dijo mi madre con una sonrisa- ¿Eres sangre pura?

Sirius apartó la mirada disgustado, y yo la miré interesado por una vez en lo que iba de la noche. Ella dio un educado tosido y contesto:

-Si, mi madre... soy una Grindelwald-Ollivander...

La mesa se quedó en silencio por unos largos segundos, Regulus no pudo evitar alzar sus cejas, al igual que sus padres. Sirius sostenía la mano de Freyja por debajo de la mesa.

-¿Una... Grindelwald? -repitio Orión Black con una mirada de sorpresa involuntaria.

-Eh... si, mi abuela era una Slughorn y se enamoró de él cuando visitó París, tuvieron un... romance que salió mal. -explicó con una pequeña mueca-, cuando mi abuela quedó embarazada y Grindelwald resultó capturado, ella huyó...

-Interesante, ¿Tu madre te contó eso? -preguntó Walburga Black con curiosidad, dejando su tenedor sobre la mesa.

-En realidad, fue mi padre...

La cena terminó y Regulus solo se levantó y se dirigió a su habitación para anotar ese detalle.

La Libreta De Regulus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora