19. ¿Me perdonas?

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Estar en la mansión de los Winsclerk esta vez había sido completamente diferente, no sé qué cambió, pero la incomodidad había desaparecido, no encajaba en el mundo de la gente adinerada y fina, pero sí en el de ellos

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Estar en la mansión de los Winsclerk esta vez había sido completamente diferente, no sé qué cambió, pero la incomodidad había desaparecido, no encajaba en el mundo de la gente adinerada y fina, pero sí en el de ellos.

Los Winsclerk no tenían un mundo color de rosa solo para ellos, porque no era un mundo, era una cálida mansión, no era rosa porque cada uno tenía sus propios tormentos, y tampoco era solo para ellos porque me habían incluido a mí.

Ahora Leydan y yo estábamos en el auto, me llevaba a mi casa.

—¿Por qué tus hermanos se sorprendieron cuando les dijiste que tú habías cocinado? —pregunté mientras jugaba nerviosamente con mis dedos.

—Tenía mucho tiempo que no les cocinaba —respondió.

—¿Por qué?

Se encogió de hombros.

—No tenía ganas, supongo.

—Pues cocinas muy bien.

—Gracias —me sonrió.

No dije nada más, estuvimos en silencio un rato. Apenas comenzaba a atardecer, el cielo era una mezcla de rosa, amarillo, naranja y azul, amarillo donde el sol se situaba, alargando rayos brillantes en sus aledaños, naranja donde el amarillo terminaba, manchas sutilmente rosadas entre ambos y azul el resto.

Después de unos minutos Leydan rompió el hielo.

—Katherine.

Lo observé, esperando que continuara.

No parecía muy decidido, pero aun así logró pronunciar un par de palabras.

—¿Aún amas a Alan? —su voz sonó casi en susurro, su mirada continuaba sería pero percibía dolor en sus ojos, aun así era difícil saber con exactitud las emociones de Leydan.

Y no respondí al instante, no quería que me preguntara eso, porque era una pregunta que yo misma me llevaba formulando desde hace días sin obtener una respuesta concreta.

No lo sabía.

—No respondas, perdón por preguntar —su tono frío salió por si solo sin que él se diera cuenta.

No estaba segura de lo que sentía por Leydan, y mucho menos por Alan.

Con Alan tuve una relación que creía increíble que ocasionaría una boda que anhelaba con todo mí ser, con él me sentía amada, aunque todo había cambiado con su desaparición y luego su regreso, ya no se sentía igual, tal vez el cariño seguía allí, si tan solo lo intentáramos quizá volveríamos a ser la misma pareja de antes. Y con Leydan, las cosas eran muy diferentes, él era inestable, no podía mantener la actitud alegre por más de cinco minutos, seguía sin comprenderlo, pero quería hacerlo, quería llegar a él y entenderlo completamente.

Mi amor por Alan se estaba disipando y el de Leydan apenas estaba surgiendo.

No respondí la pregunta y él no la volvió a formular, no dijimos otra palabra durante el camino, cuando llegamos ya había oscurecido, estacionó su auto frente a mi casa.

Los WinsclerkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora