01. Arrogantes y mentirosos

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Katherine

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Katherine

Me encontraba leyendo el periódico del día, aprovechando el tiempo libre que tenía mientras nadie entraba en la tienda, esta no era mía, yo solo me encargaba de atenderla, el dueño era un señor de avanzada edad que tuvo la misericordia de darme trabajo para que tuviera dinero para comer.

No era una gran cantidad, solo la suficiente para no morir de hambre, y con eso estaba más que agradecida.

Después de todo, algunas personas siempre buscaban la manera de ayudarme. Se sentían con la obligación, y no es que la tuvieran, es que mi madre murió cuando yo era niña así que eso generaba empatía, o simplemente lástima.

No lloraba mi propia perdida, nunca le tomé cariño a mi madre, murió de una sobredosis y antes de eso su vida no era muy apartada a las drogas, no se puede tener la mejor convivencia con alguien así, y mucho menos generar un vínculo afectivo.

Pero claro, hablábamos sobre el periódico, este trozo de papel era lo único que tenía para saber sobre lo que pasa en la ciudad. Anticuado, lo sé, pero si no tengo dinero para comer ¿cómo tendré para un celular?, no lo necesitaba igual, mi vida era esta, reducida a una colonia, a una cantidad mínima de personas.

El periódico de hoy anunciaba una fiesta para gente fina en la mansión de los Winsclerk. Uh, un tema de interés por fin. Los Winsclerk, una familia de arrogantes millonarios, permítanme presentarlos.

La gran familia, el señor David Winsclerk, de cuarenta y ocho años y dueño de una empresa petrolera. Su esposa, la señora Janys Winsclerk, de cuarenta y tres años, una señora siempre descrita como amable y carismática, aunque siempre a la sombra de su marido. Y sus cuatro engreídos hijos, Karim de veintitrés años, Leydan de veintidós, Jaden de diecinueve y Reyth de dieciocho.

Por supuesto también están Dasen y Maggie, los padres de David, deben tener unos sesenta o setenta años, y definitivamente no son como todos sus descendientes.

—Sin duda, una familia estupenda —murmuré en voz baja y con sarcasmo mientras rodaba los ojos dramáticamente. También levanté el rostro e inspeccioné el lugar, rogando porque nadie haya entrado mágicamente a la tienda y me haya escuchado hablar sola. Por suerte no fue así, el lugar estaba desierto como casi siempre.

Hace mucho tiempo, cuando la empresa la dirigía Dasen, había incluso menos corrupción. Dicen que el señor tenía demasiada autoridad a nivel político, regía como un diputado más, pero controlaba casi todo. Muchas personas querían que se postulara para la presidencia, pero jamás aceptó debido a su edad. Él jamás había hecho estúpidas fiestas de caridad, él ayudaba a las personas directamente, los servicios médicos para personas como yo eran completamente gratuitos, la educación también y servicios básicos como agua y luz tenían precios más accesibles.

Pero después cedió su puesto a su hijo y bueno... Todo se fue a la completa mierda, para las personas como yo, claro. Los bolsillos de David seguro se desbordan por lo llenos que están.

Los WinsclerkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora