Capítulo 3

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Narra narrador

Los días pasaron volando, ya había pasado medio mes, muy rápido ¿no?

Apesar de estar en vacaciones el azabache tenía una gran preocupación y un estado de ánimo bajo, ¿motivo? El corazón le dolía, no literalmente era un problema de salud, si no que le dolía debió a que hace años lastimo a su persona especial, aún sigue con aquel dolor. Desde aquella ruptura amorosa no dejó de pensar en él, aún cuando el lo arruinó, estaba arrepentido.

Tal vez tener una decepción amorosa no es la gran cosa para otros, nisiquiera para el azabache lo era, no era nada importante hasta que llegó él. Aquel erizo azul, con los ojos más hermosos y una personalidad egocéntrica y parecida a la de un payaso, para el azabache era su todo, y aun lo sigue siendo.

Quizás aquel erizo azul lo haya olvidado, pero aun estaba en la mente del azabache, todos los días lo estuvo.

El cumpleaños del erizo azul había llegado, cumplía 28 años. Todos sus amigos, conocidos e incluso algunos extraños fueron invitados. La chica murciélago fue una de las invitadas. El cobalto se encontraba feliz de volver a verla, pero claro aún faltaba alguien.

La fiesta transcurrió tranquila, pero habían otros planes, uno de aquellos planes era de la murciélago. El plan era simple, primero tenia que convencer a su amigo de ir con ella a la fiesta, para luego hacer que el cumpleañero y el azabache se reconciliarse, cosa que no sucedió.

El azabache aceptó ir, pero no quería que nadie sepa de su presencia en aquella fiesta, solo quería ir para volver a verlo, solo eso. Cosa que logro sin ser visto. Pero claro no siempre puede salir perfecto, el azabache escondido veía al cobalto, apesar de no estar a su lado le era suficiente con solo verlo. Cuando noto que el cobalto empezó a moverse se fue de su escondite para irse a otro lado, si, esta mal ir a donde no te invitaron, además de solo por un problema personal con el dueño, pero ¿qué otra opción tenía? Tal vez nisiquiera lo pueda ver de casualidad en la calle, era un riesgo que decidió tomar.

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Pero el destino tenía otros planes■
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Luego de huir de su escondite fue a parar al segundo piso, para su suerte no había nadie. Decidió caminar un poco, mirando a su alrededor, no había cambiado mucho aquella casa, recuerdos empezaron a llegar a su mente. Fue entonces que escucho pasos, sin pensarlo mucho fue hacia abajo, no podía arriesgarse a que alguien lo viera, apesar de ir hacia abajo con el montón de personas. Fue cuando choco con alguien, no se encontraba mirando al frente sino atrás. Tocó su frente, ese había sido un golpe fuerte, escucho como el otro se quejaba, se levantó y ofreció su mano para levantar al otro, aún no veía al otro.

—¿te encuentras bien? —pregunto el azabache.

—la verdad no —respondió el otro, al ver la mano del azabache la tomó y fue levantado por el azabache gracias.

—no es nada —dijo el azabache, pero extrañamente se le hacía conocida esa voz. Alzó su vista para mirar al otro, quedándose sin palabras.

Luego de cuatro años ambos se volvieron a ver, ninguno dijo nada. Ninguno sabía que decir o que hacer en ese momento, ¿sería un buen momento para arreglar las cosas? Preguntas como esta empezaron a invadir la mente del azabache ¿debería arriesgarse?

Por parte del cobalto no sabía que hacer ¿qué es lo que hacía él ahí en su casa? Aun que quería reclamarle y exigirle que se vaya de su casa y preguntarle el porqué estaba en su casa, simplemente no pudo, no negaría que una parte de él estaba feliz de ver al azabache, pero aún así recuerdos de aquel día llegaron a su mente, volviendo a sentirse mal. ¿Estaba lastimado? Si, pero aun así no sabía que decir.

—yo... —rompio el silencio el azabache— siento que tengas que verme aquí... en tu casa hizo una pausa— solo quería desearte un... feliz cumpleaños Sonic... disfruta de tu día... lamento haberlo arruinado... adiós —dijo para salir corriendo de ahí, al salir de la casa lágrimas empezaron a salir sin ningún control, ¿estaba feliz de verlo? La respuesta es si, pero el miedo de que el cobalto se enojara con el lo invadió por completo.

Mientras que en aquella casa ahora yacía un erizo triste, quería decirle que lo había extrañado y más, pero no pudo. ¿Qué debía hacer ahora? Pequeñas lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, se supone que este día tenía que estar feliz, pero terminó siendo lo contrario.

Por mientras el azabache ya estaba en su cuarto (no pregunten como llego rápido), con lágrimas en sus ojos, no eran muchas pero eran las suficientes para que este destrozado. Quiso dejar de llorar, pero era imposible no hacerlo. Empezó a imaginar las posibles respuestas del cobalto, estando aún más peor.

¿Qué se supone que hará ahora?
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¿Debería aislarse?
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¿Quizás debería volver a su trabajo ahora mismo, aun que siga en vacaciones?
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O
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¿Intentaría resolver las cosas?

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Quizás es esto lo que merece... ¿no?

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¿Aún Me Amas? [Shadonic/Sonadow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora