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Alfa Centauri

El tráfico fluía de forma lenta, algo justificable, siendo que era hora pico

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El tráfico fluía de forma lenta, algo justificable, siendo que era hora pico.

Los autos avanzaban poco a poco, buscando el camino de regreso a casa.

La luna se alzaba hermosa e imponente como ella sola, velando por el sueño de aquellos que rendidos, ya habían caído en los brazos de Morfeo.

Era una noche relativamente tranquila, en dónde los únicos sonidos que la acompañaban eran el suave ronroneo de los motores y las rítmicas melodías que salían de los radios de algunos autos. Y así pudo haber sido, pero como en todas las situaciones, las excepciones no tardaban en salir a relucir.

— ¡La película estuvo increíble! —exclamaba un chico de cabellos castaños, desde su asiento en el vehículo.

—Por supuesto que no —contrarrestó otro joven, más o menos de su misma edad.

— ¿Cómo vas a decir que no fue buena, Iwa-chan? Los personajes eran asombrosos —reprochó el menor de ambos, viendo como su mejor amigo lo ignoraba y se limitaba a observar por la ventana del auto.

—Puede ser, pero la trama se volvió repetitiva. Digo, la sinopsis sonaba genial cuando decía que viajaban entre dimensiones, evitando que se acabaran los mundos de dichas dimensiones, pero luego del tercer mundo, se volvió simplemente aburrida —explicó, dirigiendo su mirada al castaño. Casi aparentaba ser un reconocido crítico de películas y no solo un jovencito de doce años.

—Por supuesto que, para ti, la película se iba a volver aburrida luego del tercer mundo porque ahí fue donde apareció ese gran monstruo, sospechosamente parecido a Godzilla —repuso Tōru, mirándolo seriamente.

Lo único que obtuvo como respuesta, fue un golpe en toda su cabeza.

— ¡Oye! —se quejó, acariciando la parte afectada—. Pues para mí, el mejor "final de mundo" fue el de los asteroides —comentó, aún sin que nadie se lo haya preguntado.

— ¿Qué tienen de divertido un montón de rocas cayendo sobre la tierra, cuando te ofrecen un monstruo mutante que puede derribar un rascacielos de un solo empujón? —preguntó Hajime.

Un sonido de indignación salió de los labios del contrario, dando la impresión de que lo habían ofendido a él.

Cosa que era casi cierta, siendo que para Tōru, el hecho de que despreciaran "sus preciosas rocas espaciales" era como una ofensa personal.

Con eso, una discusión se formó en la parte trasera de dicho auto, en dónde los argumentos iban desde el toque realístico y la fantasía, hasta la "genialidad" de... lo que sea que estuvieran discutiendo a ese punto.

Por otra parte, la hija mayor de los Oikawa —y conductora designada de los menores— solo veía con gracia como su hermanito discutía a morir con su mejor amigo, una de las pocas personas con las que ella había visto a Tōru interactuar de manera totalmente tranquila, confiada y juguetona, esto gracias a que Hajime no trataba a Tōru como un ser especial de otro mundo.

O "genio" como a veces llamaban al menor —cosa que lo enfurecía, por supuesto—, pero para el azabache, solo era un niño fastidioso que se hacía llamar "su mejor amigo".

Aunque él mismo no negaba nada.

Sol de Media Noche [IwaOi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora