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Fomalhaut

Los pasos sonaban por los pasillos desolados

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Los pasos sonaban por los pasillos desolados. No se veía ni una sola alma rondar por aquellos lares, a excepción de él, que debía reunirse con un gorila que deseaba sentirse con el control de todo y todos.

Ugh.

Resistiendo la urgencia de salir corriendo por el pasillo contrario a la sala principal, Tōru se dedicó a dejar vagar su imaginación y calmarse para no perder los estribos en unos cuantos minutos.

Con su dedo pulgar comenzó a girar el anillo de su dedo índice.

"¿Qué será de él?"

"¿Qué tanto habrá cambiado?"

"¿Todavía se acordará de mí?"

Sin pausa, pero sin prisa, las preguntas iban y venían.

Se preguntaba si se había ido de Miyagi, tal y como él mismo lo hizo. Se preguntaba si todavía seguía en contacto con Makki y Mattsun y no se había alejado de todo el mundo como él mismo lo hizo. Se preguntaba si todavía lo recordaba o extrañaba como él mismo lo hací-

— ¡Tōruuuuu! —Una voz cantarina lo sacó rápidamente del torbellino en el que se estaban convirtiendo sus propios pensamientos.

— ¡Tetsu-chan! —respondió tras reconocer al dueño detrás de dicha voz.

Kuroo Tetsurō, un hombre de lo más curioso con el que cruzó caminos estando los dos recién ingresados a la universidad.

Según ambos, fueron, son y serán siempre amigos gracias a que crearon un vínculo por medio del trauma y entiéndase por "trauma" toda la vergüenza que surgió a raíz de las primiparadas que cometieron hasta su segundo año de estudios superiores.

En fin.

— ¿Qué haces por acá? No sabía que los reyes se juntaban con la plebe.

—Maldito exagerado —comentó Tōru, en un tono divertido y una media sonrisa en su rostro—. Solo voy camino a mi ejecución.

Los dos eran unos exagerados.

—Oh... ¿Entonces el pez gordo también requiere de tu presencia? —preguntó Tetsurō, quien comenzó a acompañar al castaño a su destino.

—Vaya suerte la nuestra, ¿eh?

—No es mala suerte, simplemente es así como juega esta sociedad con nosotros. Llegan los burócratas a cualquier parte y exigen ver a los encargados de todo, solo para sentirse en poder de una cantidad ridícula de personas. Somos los peones de su juego de ajedrez —explicó, con aires de sabelotodo y para añadirle más credibilidad a la escena que acababa de montar, metió sus manos en los bolsillos de su bata blanca justo después de haber retirado las gafas de su nariz y ponerlas en su cabeza.

Cada vez que una situación similar sucedía, nunca faltaba el comentario de Tōru diciendo: —Preguntas existenciales y Kuroo Tetsurō. Volumen 10.

Una risotada salió de los labios del joven adulto que se creía filósofo, ya que aquella frase nunca fallaba en hacerlo reír.

—Joder, pensé que con todo lo que estaba pasando habías perdido tu toque. Es bueno ver que sigues siendo el mismo de siempre.

Con esa última intervención ambos retomaron su camino, encontrándose con un muy agotado Kenma en el camino, lo cual, solo les permitió llegar a la conclusión de que siempre va a haber alguien mucho más cansado y rendido con todo que uno mismo.

Sol de Media Noche [IwaOi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora