Viajeras II

146 15 2
                                    

Los colores rojizos y anaranjados del atardecer morían lentamente junto al debilitado resplandor que se desvanecía en el horizonte, mostrando como cuervos tan negros como la noche creciente se elevaban en el cielo, soltando sus plumas y graznidos mientras se alejaban de las cercanías de árboles secos y muertos, parecidos a las manos huesudas de un mendigo que clamaba por piedad, estancados en la negrura lodosa de una ciénaga casi desprovista de vegetación.

El silencio era palpable en las profundidades del prado hundido, vacío, extrañamente calmado, despidiendo un aroma pesado que eclipsaba el olor pastoso y húmedo característico de la naturaleza olvidada de la ciénaga. Más profundo, en un espacio donde los árboles endebles se alzaban de forma circundante, yacían los cadáveres descuartizados de una caravana de soldados, esparcidos por el lodo como las piezas de una obra sangrienta inacabada, diez hombres reducidos a nada más que órganos y metal cortado, siendo el blasón de una pata palmeada con tres dedos como lo único que quedaba para reconocerlos. No obstante, no muy lejos de tan mórbido retrato, encorvada sobre uno de los tantos cadáveres irreconocibles, se hallaba una figura envuelta por una capa vieja, que en su mayoría estaba cubierta por el lodo y la sangre.

—La totalidad de la caja torácica está hecha pedazos... —ella murmuraba bajo su propio aliento, utilizando varios artilugios de taxidermia sobre las partes expuestas del cadáver—El esternón esta partido en dos partes... el cartílago costal, las costillas falsas y flotantes han sido cortadas... Mhmm los cortes son profundos... limpios... fue una muerte rápida —el chapoteo de pasos en el lodo se abre paso sobre la escalofriante tranquilidad del bosque hundido, a su espalda, otra figura se le acercaba de entre las sombras de los árboles, los cuervos que no se han ido observan intrigados.

—¿Qué rayos estás haciendo Marcy? —los pasos acuosos se detienen, la presencia detrás de ella habla con un tono de disgusto.

—Hey Sasha, ¿Encontraste algo? —Marcy pregunta sin inmutarse por la abrupta presencia de su compañera, ignorando su pregunta ante la concentración de su escabrosa tarea.

—No, solo cadáveres y lodo... —Sasha dice en respuesta, frunciendo el ceño, observando detenidamente el cómo la mujer de cabellos negros hurgaba en los restos de un muerto cuyo nombre ni siquiera conocía—¿Qué rayos estás haciendo? —vuelve a preguntar.

—Busco pistas —Marcy responde con simpleza, ignorante de la expresión asqueada de Sasha—Te sorprenderías de lo mucho que puede decir un cadáver sobre qué fue lo que lo mato.

—Ugh... No soporto cuando haces cosas como esta —Sasha dio un resoplido exasperado, arrugando su nariz ante el olor nauseabundo que empezaba a invadir sus fosas nasales—¿Cómo si quiera es que soportas el olor?

—Tengo una mascarilla —la mujer de cabellos negros se volteo ligeramente, señalando la parte inferior de su rostro que estaba cubierta por una tela gruesa de color verde—El olor no es tan fuerte de cualquier forma, un cadáver tarda un promedio de tres a cuatro días en apestar... y estos tipos parecen llevar muertos no menos de veinticuatro horas... treinta a lo mucho.

—Mi olfato es más avanzado que el tuyo... —la rubia pellizco sus fosas nasales en un intento de cubrir parte del pútrido aroma que aparentemente solo ella podía captar—¿Has descubierto algo útil por lo menos?

—No mucho —dijo Marcy volviendo a su trabajo—Por la forma en la que se encuentran los cuerpos, deduzco que no fue algo humano lo que los dejo en este estado... —sus ojos se posaron en la amalgama carnosa de los órganos expuestos—Pero lo más extraño es que además de estar descuartizados... no hay más lesiones, todos están intactos —hizo una señal para que Sasha lo viera por sí misma. La rubia cumplió con la silenciosa petición casi a regañadientes, ella no tenía ningún problema con ver un cadáver, con su estilo de vida era algo a lo que estaba acostumbrada, pero el olor... nunca podría acostumbrarse al maldito olor... Por lo que no pudo evitar soltar un gruñido cuando se acercó por encima de la figura encorvada de Marcy, encontrándose con el cuerpo sin vida de un hombre adulto de estatura promedio, vestido con una armadura de plata, con el pecho de la altura del corazón hasta la pelvis abierto en canal, órganos derramados por el piso, ojos vacíos y grises, marcados por una mueca de horror ante lo que fuera lo último que vio antes de morir... y como dijo Marcy, además de la gran herida en su pecho, todo lo demás estaba intacto—No mordidas, sin partes faltantes, no hay señales de que se haya alimentado de ellos... fuera lo que fuera no fue un animal o una criatura buscando comida lo que los ataco...

Historias De AmphibiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora