Retirada para su venta. Lady Esmeralda Peyton es la favorita de Londres. Todo el mundo la ama por su jovialidad, alegría y sinceridad. Su belleza y su fama la han convertido en un trofeo para los caballeros. Pero la situación se vuelve peligrosa cua...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Biff Gruber entró en la habitación de Esmeralda con un arma. Estaba oscura, Bonnie había apagado las velas tal y como le había pedido que hiciera. Muchos de los invitados a la fiesta de compromiso ya se habían ido y el resto estaban en sus habitaciones. Él se había colado, como era de esperar, por la puerta del servicio.
Esa jovencita de cabeza hueca no iba a burlarse de él tan fácilmente. Ni iba a permitir que su venganza se viniera abajo. David Cavendish fue su padrino. Fue un luchador y un digno heredero del Ducado de Devonshire, pero los Peyton-Cavendish lo mataron. No era un hecho probado públicamente, pero él sabía que un hombre como lo había sido David no pudo morir de una simple enfermedad. Corría la voz de que había sido envenenado. La arrogancia de esa familia no tenía límites. Y era hora de darles un pequeño escarmiento.
Desde que vio a Esmeralda supo lo que tenía que hacer: hacerse con ella. Había estado esperando durante años la oportunidad de dañar a esa familia y a través de esa mujer era una buena oportunidad. Ella era la favorita de Londres. Y él, como nuevo rico, merecía a una compañera como ella a su lado. De paso, le haría la vida imposible y haría sufrir a sus congéneres. Era una oportunidad inmejorable que el paria de Adam Colligan no podía arrebatarle.
La buscó en la cama con la mirada y vio un bulto bajo las sábanas. De seguro, el efecto del veneno ya estaba funcionando y estaba inconsciente. Solo tenía que cogerla y cargarla hasta fuera donde un carruaje lo estaba esperando para ir a Gretna Green. La obligaría a aceptarlo, fuera como fuera. No le importaba usar la fuerza si era necesario. Es más, la idea de hacerle daño incluso lo excitaba.
Se cernió sobre el bulto, pero rápidamente comprobó que eran un par de almohadas bien dispuestas. Se giró a toda prisa, sabiendo que estaba metido en un buen problema. Pero ya era tarde: Esmeralda le dio un golpe en la cara con el brasero de cama.
—Zorra —masculló con la cara achicharrada antes de toparse con sus enormes ojos verdes y descubrir que no era tan tonta como había supuesto—. No te librarás de mí tan fácilmente. Ya te dije que siempre consigo lo que me propongo y no serás una excepción —Dio un paso hacia delante para cogerla, pero las luces de la habitación se encendieron y vio al conde de Norfolk, al cuñado de este, a la hija mayor del mismo y a Edwin Seymour, el tío materno de Esmeralda.
—Apártate de mi prometida —lo amenazó Adam, abriéndose paso entre los Peyton-Cavendish.
—¡Papá! —se sorprendió la joven al ver al conde en la habitación—. Tíos... ¡Hermana! ¿Qué hacéis todos aquí? —la oyó preguntar—. ¿Los has alertado tú, Adam?
—No, yo no...
—Bien, creo que sobran las palabras —interrumpió el tío Brandon. Biff miró al Marqués de Suffolk y no encontró nada en sus ojos oscuros. Por algo lo llamaban el fantasma—. Acompáñeme, señor Gruber. Quiero tener unas palabras con usted —Se acercó a él con actitud amenazante. Algo le decía que el tío de Esmeralda no quería solo hablar. Estaba acorralado, así que se vio obligado a apuntar hacia la joven con el arma que había estado sosteniendo en una mano.