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La llegada de Aether al palacio real fue todo un caos pues el chico se veía tan desorientado y triste que se vieron obligados por el llanto del niño a dejarle paso

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La llegada de Aether al palacio real fue todo un caos pues el chico se veía tan desorientado y triste que se vieron obligados por el llanto del niño a dejarle paso.

El rey, Morax, al ser informado por uno de sus guardias, se dirigió hacia el enorme jardín que poseía la vivienda. Allí vio al chico con una de sus sirvientas y varios caballeros que quedaron maravillados por la ternura y belleza del niño.

Al notar la presencia del rey y de Ningguang, una de sus secretarias, hicieron una elegante reverencia, cosa que el menor intentó imitar pero por poco cayó al suelo, la rápida reacción de la peliblanca hizo que el chico nunca cayera.

La joven rio y acomodó a Aether entre sus brazos. El rubio se quedó en silencio por varios segundos y como signo de agradecimiento abrazó a la mujer, quien sonrió por su acto.

Morax veía atentamente aquella escena y contenía cómo podía una sonrisa y varias lágrimas porque veía en ellos a su mujer fallecida y a su hijo Xiao.

Al principio no aceptó el alojamiento del chico en el palacio pero después de algunos días y de millones de plegarias de su secretaria más cercana, cesó.

10 años

Pasaron los años, exactamente 8 y Aether se había integrado totalmente en aquella vivienda. La carismática personalidad del chico hizo que todos los sirvientes, caballeros e incluso secretarios del rey cayeran de rodillas ante él.

Por órdenes de Morax, todos los caprichos que él desee serán concedidos sin ninguna queja, pero él era demasiado humilde y modesto como para exigir demasiado.

Aún que decidió pedir el primer y único deseo.

—¡Señor papá!—Gritó Aether detrás de la puerta del despacho de Morax, estaba emocionado y no podía parar de dar pequeños saltitos.

—Pasa, cielo.—La voz paciente y serena del castaño hizo que él pequeño abriera la puerta lanzándose a los brazos del contrario quien se encontraba sentado en su enorme escritorio, leyendo cartas de otros reinos.

—¡Adivina qué!—El mayor acomodó a Aether en sus piernas y dejó escapar una pequeña sonrisa ante la felicidad del rubio.

—Dime Aether.

—¡El otro día vi desde mi ventana un perro y-y me preguntaba si podría tener uno!—Habló rápidamente casi imposible de entender pero por suerte, Morax ya estaba acostumbrado al habla del chico. Él asintió y acarició la suave y tierna mejilla del rubio.

—Di que raza quieres y te compraré el mejor de todos.—Las palabras del mayor hicieron negar al menor, no quería que fuese caro y tampoco quería que costara dinero.

—No, papá, yo ya sé cuál quiero, ¡mira ven!—Cuando el castaño se dio cuenta ya era arrastrado hasta un rincón muy apartado del jardín donde se podía ver a un perro un poco feo a la vista del mayor, sin embargo a Aether le parecía el más bonito de todos porque apreciaba al rubio y le había brindado su confianza.

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⏰ Última actualización: Dec 09, 2021 ⏰

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