Capítulo #3. La vampiresa de Silver Lake

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Era un día de primavera en Silver Lake City, cuando tres jóvenes amigos se iban de pesca a Silver Lake Meadows con su perro Spike. El cachorro de labrador corrió delante de sus amigos humanos; unos metros delante de ellos se detuvo y empezó a escarbar, había un montículo de tierra que aparentaba haber sido removida; los tres siguieron caminando sin prestarle atención al can. Los chicos habían caminado algunos metros cuando notaron que el can no estaba con ellos, Michel su dueña lo llamo.

-Spike, Spike, Spike, Spi...- El llamado quedo en el aire por los ladridos del perro.

-Guau, guau, guau- Pero el perro no acudía al llamado de su dueña,

-Chicos, voy a ver porque Spike no viene-

La chica se devolvió donde estaba el perro escarbando, cuando estaba a unos escasos pasos del lugar vio como su amigo peludo jalaba de algo que se encontraba enterrado, apestaba a diablos; se tapo la nariz pero aun así el hedor era casi insoportable, ya en el lugar miro fijamente lo que el can trataba de jalar, se llevo la sorpresa de su vida, lo que su mascota trataba de sacar de dentro del montículo era un brazo humano, se aterro y empezó a llamar a sus amigos.

-¡Chicos, chicos, vengan por favor!- La chica estaba aterrada por el descubrimiento del perro, los chicos llegaron al lugar.

-Michel, ¿Qué sucede?- Dijeron los otros chicos.

-Spike encontró un cadáver-

-Hay que llamar a nueve uno uno- Dijo el otro chico.

Y así lo hicieron, una hora después había una gran cantidad de policías, forenses y agentes de investigación, escarbaron en el montículo, descubrieron que era una fosa común donde encontraron siete cadáveres de mujeres jóvenes.

La policía después de tomar las declaraciones de los tres jóvenes los dejó que se fueran, no sin antes tomar sus nombres y direcciones por si necesitaban hacerles alguna pregunta con relación a la investigación.

Ya en su oficina el sargento Myron Carter organizaba el expediente del homicidio en serie de siete jovencitas entre los dieciocho y los veintitrés años, el sargento Carter después de organizar el expediente se levanto de su escritorio dirigiéndose, a la morgue y discutir con el forense Michael Lautner la condición de los cadáveres.

-Lautner, ¿Qué has descubierto de los cadáveres?-

-Bueno, hemos descubierto que les drenaron la sangre, son relativamente muy jóvenes y hemos tomado sus huellas dactilares para buscar entre las chicas que están desaparecidas. Además de que algunas tienen una semana de fallecidas y otras un poco más de una semana-

-Gracias, Michael. Mantenme al tanto si descubres algo más. Por favor- Y con eso me retiro, tendré que asignarles el caso a los chicos con más experiencia, este caso va ha ser estresante.

Ya en su oficina Carter asigna el caso a Jason McCoy y a Ágata Santana, sus mas experimentados agentes.

-Jason , Ágata, tomen asiento. Los he llamado porque le voy a asignarle el caso de las chicas que se encontraron en la fosa común-

-¿Señor, que se sabe del caso?- Habla Jason.

-De las chicas, se saben que son jóvenes y se les dreno la sangre obviamente ante mortem. Del lugar donde se encontraron; no las mataron ahí solo usaron el área para disponer de los cadáveres. Quiero que trabajen en las identidades de las chicas. Debe de haber padres que las están buscando- Dijo Carter.

-Perfecto jefe- Dijo Ágata.

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Una semana después de haber encontrado la primera fosa de cadáveres; Anselmo Lagraña, cazaba conejos al norte de la reserva de Silver Lake Meadows con la ayuda de su perro de caza Smoke, mientras Anselmo y Smoke seguían un conejo este se metió en un pequeño agujero en un montículo de tierra, el can escarbo en busca de su presa, pero en el proceso desenterró unos huesos, para sorpresa de Lagraña eran lo huesos de una mano. Al excavar Lagraña desentierra lo que él cree son los huesos de un brazo.

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