capítulo 10

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En tus sueños no sigas dormido

Que es verdadero

No es un sueño, no

Una vez que William estuvo en su habitación pudo repasar y culpabilizarse por lo ocurrido hace un par de horas. Todavía no podía creer que había dejado que Sherlock lo besara y mas encima de aquella manera tan desenfrenada como si hubiera querido beber cada sorbo de su existencia. No podía dejar de pensar en la suavidad de los labios del otro como si el tacto de estos hubiera sido sagrado como aquellas imágenes en una iglesia. El rubio no quería admitirlo pero una parte de si mismo era profundamente creyente de que el hombre de cabellos oscuros podría rescatarlo de la soledad. Aquella que lo había rodeado casi fatalmente desde que Louis se había escapado con el coronel. Antes de que este se fuera se había prometido que dedicaría su existencia a hacer sonreír a su hermano menor, a su dulce Louis.

-Le dije cosas terribles acerca del amor a mi querido Louis y ahora me estoy cuestionando si amo... a Sherlock. Imposible, no es lógico, es completamente irracional. Es como un número que no pertenece a un conjunto. Un error de calculo al intentar utilizar el teorema incorrecto.

Aquella eran las profundas meditaciones del profesor mientras no podía evitar pensar en que tal vez sería buena idea darle una oportunidad al violinista. Pero a pesar de que le gustaría había algo que se lo impedía y eso era que no quería salir lastimado otra vez o sentir que lo habían estado usando como aquel profesor de su universidad. Aún recuerda como este le pidió su collar para empeñarlo y conseguir dinero para que ambos pudieran casarse, pero aquello no ocurrio pues el hombre en cuestión termino por contraer matrimonio con una chica que William nunca había visto antes.

Aquello le rompió el corazón, pero para conservar su dignidad decidió no decir nada al respecto. Pero cuando intento recobrar el collar de la casa de empeño Milverton , este dijo que se lo entregaría si se convertía en su amante, solo por el puro placer de hacerlo miserable ya que sabía la historia del rubio. El tal Milverton era un sujeto despreciable que prestaba sumas de dinero a cambio de posesiones de quienes venían a su tienda. Era un negocio lucrativo y algunas veces solicitaba otra clase de compensación cuando le pedían que les devolvieran sus objetos preciados. El sujeto en cuestión era como una víbora que disfrutaba del sufrimiento ajeno y ver los rostros llenos de dolor de sus víctimas lo llenaba de placer. Podría simplemente devolvérselos por la suma de dinero correspondiente, pero eso le quitaría la diversión al asunto. La desesperación en los ojos de aquellos incautos que hicieron un trato con él era demasiado emocionante. William lo sabía de experiencia propia pues intento recuperar el preciado collar que era un recuerdo de su madre. El objeto en cuestión era una joya de plata con unas piedras de color rojo incrustadas en esta. No quiso decirle a Louis la verdad pues este seguramente se enfadaría o se pondría triste así que optó por decir que lo había perdido sin querer. No le gustaba mentirle a su hermano, pero no podía evitar la amarga sensación que le traería verlo decepcionado, pero su pesadilla se volvió realidad en una de las pocas peleas que había tenido con el otro rubio, la última de hecho por que después de aquella Louis desapareció con el coronel según le dijo Albert.

-Louis me gustaría tanto disculparme, te trate tan mal solo por mis propios errores que quise proyectar en ti sin querer- dijo mientras veía unas fotos antiguas en su celular en las que salía con su hermano menor.

Louis era su querido hermano pequeño y habían estado juntos tanto en las buenas como en las malas. Entonces ahora puede reconocer que estaba celoso pues creía que el coronel se lo iba a quitar. Pudo ser cualquiera y se hubiera sentido igual, era evidente que Moran quería a Louis y este lo quería de vuelta pero William solo pensaba que era un intruso. A pesar de que aquel hombre era muy cordial con él al profesor de matemáticas no le agradaba para nada, pero hizo uso de sus habilidades actorales para desempeñar el papel de buen anfitrión.

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