capítulo 5

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Sería un velero en la isla de tus deseos

Después de que logró impresionar a William con su violín se dio cuenta de que el rubio se había vuelto un poco menos cauteloso en su presencia. Logrando mostrarse más abierto y menos rígido saliendo un poco de su papel de anfitrión perfecto. Sin embargo, todavía no lograba descubrir mucha información que fuera muy personal de Liam. Era como si sus secretos estuvieran resguardados bajo muchas llaves y abrirlos se había tornado en el reto que Sherlock había asumido como misión.

Ya había pasado un poco más de una semana desde que el detective había llegado a Montefioralle y debe decir que se había acostumbrado un poco, pero había algo que le venía molestando un poco y eso era que no había recibido más de dos mensajes de parte de su amigo John. Según pudo deducir este se encontraba muy ocupado con su vida de casado y por eso no tenía mucho tiempo de responder los mensajes. La profesora Mary era alguien muy linda y amable, pero no podía evitar culparla un poco por robarse a su mejor amigo. Ambos se habían conocido cuando la mujer había pedido una cita después de esguinzarse el tobillo después de una pequeña caída. Ambos después de que la lesión fuera tratada siguieron viéndose e inevitablemente se enamoraron.

Sherlock no pudo evitar sentirse celoso, pero al ver como su amigo tan contento tuvo que tragarse esos sentimientos. Después comprendió que todo aquello se debía a que estaba enamorado del doctor, pero no pudo decírselo pues ya era muy tarde. Luego lo vio casarse e irse a ser feliz con su mujer mientras que él se vino a un pueblo de la toscana para escapar del bloqueo que tuvo por estar perdido en remordimientos. Ahora mismo todavía se preguntaba lo que estaría haciendo su querido John. Sin embargo, igualmente estaba divirtiéndose mucho al tratar de desentrañar el misterio que representaba Liam.

Hasta ahora lo más relevante que había descubierto era que le gustaba el stargazy pie pues lo había visto comer aquello al menos dos veces durante esta semana. También descubrió que se lleva bastante bien con un chico llamado Fred que trabaja en la viña. Igualmente era testigo de la buena relación que llevaba el rubio con su hermano Albert. Ambos parecían inseparables o al menos mientras que Mycroft no entrara en la ecuación. Pues una vez que su hermano mayor entraba en escena el enólogo ponía gran parte de su atención en este.

Ambos eran muy cariñosos y se sumergían en una pequeña burbuja rosada cuando estaban juntos. Sherlock solo miraba con fastidio como su hermano, quien prácticamente manejaba el gobierno, se transformaba en un idiota meloso y cursi. Igualmente sentía que Mycroft nunca se vio tan feliz. Aunque dijera que este era muy molesto y odioso le estaba agradecido por hacerse cargo de él cuando los padres de ambos fallecieron en un accidente de tráfico. Recién había alcanzado la adolescencia cuando estos murieron trágicamente hace un par de años. Mycroft ya contaba con un puesto menor en uno de los Ministerios desde el cual fue escalando y en un par de años comenzó a ocupar puestos importantes. Igualmente, se le ayudo a terminar estudios universitarios y termino por convertirse en la cabeza del servicio secreto británico.

Sherlock le estaba muy agradecido a pesar de que pelearan amistosamente la mayoría del tiempo. Gracias a él pudo conocer a Liam quien era un misterio andante que le llamaba mucho la atención. En primer lugar, estaba muy integrado por esa expresión de tristeza y añoranza que tenía al ver las estrellas. A Sherlock se llenaba de curiosidad al ver que alguien pudiese interesarse por algo así, ya que para él todo conocimiento acerca de los astros era realmente irrelevante.

También descubrió que este era muy bueno en el ajedrez lo que significaba que su mente era como la de un estratega siempre planeando cada paso. Lo cual hacia a Sherlock querer experimentar lo que era que ese rubio tan meticuloso ya no tuviera planes y tuviera que actuar más espontáneamente. Entonces para probarlo le propuso que jugaran una partida de ajedrez en la que Sherlock fue completamente imprevisible. Sin embargo, perdió y como habían apostado acera de que el perdedor obedecería una petición del otro tuvo que pagar su deuda.

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