¿Alguien nuevo?

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Ya habían pasado dos días desde el fatídico día cuándo los zombies habían invadido nuestro colegio, y se habían adueñado de él, ya solamente quedaban vivos las personas del grupo que habían ocupado el gimnasio, el día anterior tuvieron que hacer ejercicios físicos agotadores, debido a que Héctor pensaba que no estaban suficientemente preparados física y mentalmente. Todos, o por lo menos la mayoría estaban enfadados y mosqueados con Héctor, pero todo eso servía para que se distrajeran y no pensaran en otras cosas que no fueran entrenar, comer, dormir y sobrevivir.
-¿Héctor, de verdad?- preguntó, ahora se encontraban ellos dos solos montando guardia, eran las 7 de la madrugada, y estaban dialogando sobre un asunto. Esta vez habían dos guardias, porque el día anterior hubo un problema con Gonzalo, y aunque las chicas estuvieran resentidas con Héctor, creían que era la mejor persona para que no volviera a ocurrir.
-Sí, Galiano.
-Así que es por eso, por lo que nos haces entrenar.
-Es una de las razones, tu piensa, ¿ayer que estuvimos haciendo?
-Pues, si mal no recuerdo, nos levantamos, comimos mientras hablábamos, entrenamos, nos duchamos, comimos y nos fuimos a dormir.
-Ahora, dime la relación que tienen todas esas actividades.
-Eeeh, ¿que el cerebro está distraído?
-Exacto, mientras el cerebro esté siempre distraído no pensaran en otra cosa, y si no piensan en otra cosa, no se pondrán tristes, y nada de eso. Pero si se aburren, aunque sea solo un poco, se acabó.- después de decir eso ambos se quedaron callados durante varios minutos, ambos con la cabeza baja, tristes y desolados. Cada uno pensando en cosas diferentes, se estaba creando tensión, después de unos minutos empezaron a salir los demás, cada uno con el pelo revuelto, de tal manera, que incluso algunos se echaron a reír. 
-Buenos días chicos y chicas.
-Hola Héctor.- dijo su mejor amigo Alex.
-Buenos días Galiano.- le saludó desperezándose Carla.
-¿Desayunamos?
-Siempre pensando en comer, eh Víctor.- le respondió Luis.
-Tío, que hay hambre.
-Pues mejor que no comamos mucho a partir de ahora.- soltó Lucía, que acababa de salir del vestuario femenino.
-Es verdad, vamos a empezar a plantar cosas arriba, en la azotea, primero quitaremos las piedras, y pondremos tierra, y después plantaremos las semillas de la comida que podamos.
-Pero antes habrá de derrotar a todos esos zombies y...
-Chicos, ¿por qué les llamamos zombies? Es que ni siquiera se parecen a como los que nos han dicho siempre.
-Entonces ¿cómo deberíamos llamarlos según tu?
-Pues, subhumanos, ya que son inferiores a nosotros en algunos sentidos.
-Vale, me parece bien. Bueno por donde iba,- continuó Laura.M- será difícil.
-Por algo entrenamos ayer, y además hoy toca entrenamiento con armas.
-¡To guapo!- dijo Luis con énfasis, alegrado de que entrenaran con armas.
-Venga, no me lo creo.
-Si chicos, los chicos cogeréis vuestras armas, y las chicas eligieran las suyas. Venga venga.- momentos después se hallaban formando un círculo, los chicos llevaban las armas con las que ya habían luchado, Lucía seguía con el bokken, Carla se cogió dos tessen, eran abanicos como cualquier otro, pero estaban hecho de metal. Laura.M cogió una kusarigama, una hoz, que con una cadena al final del mango, estaba unida con un peso de metal en forma de cono de 5 cm. Laura.B se decidió por una yari, o mejor dicho una lanza, era 1.20 de madera y los otros 0.40 de metal. Paula cogió un bate de béisbol. Claudia, escogió los sais, era una especie de tridente, pero solo estaba formado por el mango y las tres cuchillas, aunque parecía que le costaba desenvoluparse con las armas.
-Bien chicos, los que tengan bokken, katanas y lanzas , que se pongan juntos, los demás que vengan conmigo, Luis, enséñales a moverse con el arma y después practicáis bloqueos, cortar, bloqueo, cortar.
-Vale.- Laura.B, Lucía, Gonzalo, Luis y Alex se pusieron debajo de las dos ventanas y Luis empezó su explicación, por otra parte el resto se dirigió hacia donde estaba el reproductor DVD.
-¿Qué vamos a hacer nosotros? Porque como no tenemos armas parecidas no podemos entrenar.
-Yo os enseñare lo que sé, que aunque no sea mucho, será mejor que nada.- dos horas después los del grupo de Luis ya habían terminado, mientras que Héctor iba enseñando a los demás lo básico, cómo debían moverse con las armas y técnicas básicas.
-Bueno, si queréis mejorar sin mi ayuda os recomiendo unos vídeos en una página, donde os enseñan algo más avanzado.
-Pues gracias Héctor.- dijo Laura.M
-No hay de que.
Los dos días siguientes fueron casi igual, solo salieron una vez para llegar a donde debían estar los planos de los conductos eléctricos y de agua en todo el edificio, es decir, al despacho de la directora, el cuál se encontraba al lado de la sala de profesores. Ya el tercer día...
-Bueno chicos, ¿cómo os encontráis hoy?
-No hay ganas.
-Pero hay que mejorar, Luis ¿qué tal vais vosotros?
-Bien. Pero estoy de acuerdo.
-¿Pensáis todos lo mismo?- preguntó Héctor ya desanimado, como si le hubiesen suspendido un examen.
-Sí, nadie quiere hacer nada.- dijo Víctor, justo antes de bostezar.
-Vale. Hoy nos tocaba ir a por comida, pero como no queréis hacer nada, ya iréis vosotros, yo me voy a plantar las semillas de tomate, manzana y pera, que ayer por la noche acabé de poner la tierra.- dijo enfadado y cabreado ya de buena mañana, a la vez que cerraba la puerta, lo que indicaba que había salido solo, otra vez.- Lo que hay que oír, les ayudo, les enseño, les digo que tienen que hacer para sobrevivir. A cambio de esfuerzo, yo trabajo todos los días, e incluso por las noches, el único que me ayuda algo es Galiano.
-Héctor.- apareció Galiano por la puerta- No le des importancia, son personas, y están cansadas, y sé que trabajas más que todos, pero necesitan descansar.
-Galiano, ayer por la tarde no hicimos nada, solo estuvieron hablando. Algunos dicen que es buena idea lo del huerto, pero no vienen a ayudar, solo tu.
-Tío, tranquilo, además aún queda comida y...
-Sí, pero ¿Cuánto aguantaremos con lo que queda? Yo la divido para que dure más, pero aún así no es suficiente, se agota muy rápido. La bebida, todos vosotros tomáis por lo menos una al día de bebida con gas, eso son azúcares. Si esta muy bien y eso, pero a lo mejor les entra el "mono" cuando se acabe. Me voy por ahí a matar a unos cuantos, y a plantar. Cuándo crea que ha sido suficiente volveré.- tras decir esto se encaminó hacia las escaleras para subir hasta arriba del todo a plantar, esta vez se llevó sus ninjatōs y un arco con varias flechas, no se llevó ninguna herramienta porque estas ya se encontraban arriba. Claro que no eran herramientas normales utilizadas en la labranza, sino herramientas creadas con los materiales encontrados en la sala de tecnología. Cuando subía se fijó en que ese día las escaleras eran más oscuras que de normal, habían sombras en todo lo largo de las escaleras, algún que otro monstruo se encontraba en las escaleras, manchadas de sangre seca, y con cadáveres tirados como muñecos sin alma. Fuera del colegio, unas nubes negras tapaban el cielo, y amenazaban con llover. Dentro del edificio, Héctor empezó a subir las escaleras, se le acercó el primer subhumano y sin apenas esfuerzo, levantó el brazo rápidamente y le rebanó el cuello, al siguiente lo decapitó y al tercero lo degolló, ahora mientras subía en el más profundo silencio solo se escuchaba el golpe que daban las cabezas al ir bajando por la escalera. Finalmente llegó arriba, cruzó su pequeño huerto, y se sentó al borde con las piernas colgando. Se encontraba pensativo, mirando a las grises nubes. 10 minutos después, cuándo se decidía a trabajar un poco en el huerto observó algo extraño, había una horda de subhumanos persiguiendo a una chica corriendo, asustada y cansada, que se dirigía hacia las escaleras, seguramente para buscar refugio.

El anochecer de la humanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora