Retomar

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Tras una dura lucha conmigo mismo, había sido aliviado por una chica a la que había abierto mi deteriorado corazón. ¿Cuando había sido la última vez que había dejado que alguien me viera de esa manera, tan derrotado? Lo había olvidado. Es cierto, ahora había olvidado muchas cosas, cosas que antes me servían de pasatiempo, siempre se olvida aquello que nuestro cerebro no reconoce como importante en diversas situaciones. Algunas de esas cosas eran preciados recuerdos de mis amigos antes de ese terrible suceso, pero eso había pasado por indagar en asuntos que solo concierne al ciclo vital, los humanos no podemos jugar a ser Dios. Por eso mismo estábamos así, por querer ser mejor que la naturaleza misma, por intentar sobrepasar las barreras que nos mantienen en este mundo.

Después de lo sucedido nos reunimos dentro del autobús y decidimos que lo mejor sería ir ya al siguiente punto, que ahí ya no teníamos nada que hacer. Además, parecía que esa extraña tormenta había parado, y digo extraña porque en Valencia es raro ver algo de nieve e imposible una tormenta como aquella. No sabía de dónde había salido. Empecé a pensar en ello mientras tenía a mi perra durmiendo sobre mis piernas.

-¿Otra vez ensimismado en tus propios pensamientos Héctor?- alguien me estaba preguntando.

-¿Qué? A sí, lo siento pero hay muchas cosas inexplicables.- respondí sin mirar, y la verdad durante unos instantes olvidé de quién era esa voz. Mi perra bajó y se volvió a su caseta, y esa persona se sentó a mi lado.

-Gra...gracias por lo de antes.- tras escuchar esas palabras me giré, pero antes de darme cuenta ya me había dado un beso en la mejilla, era Natsumi. Después de eso se levantó, y sin mirarme, se fue a su asiento, yo, por mi parte, me quedé con una mano posando sus dedos encima del beso, nunca antes había sentido lo que sentía en ese momento. Al poco tiempo se me acercó el padre de Laura.

-Héctor, te tengo que hablar sobre algo. Pero antes te voy a decir que has tenido suerte, ese tobillo tuyo se curará con un día de descanso.- asentí con la cabeza, aún algo ensimismado por lo que acababa de ocurrir, mientras tanto el padre de Laura se sentó a mi lado.- Como ya sabes, soy el padre de Laura. Por eso, como padre, no quiero que le pase nada a mi hija, si hay algo que es de alto riesgo, por favor, haz que sobreviva, sé que puedes, lo has hecho hasta ahora.

-Yo elijo a las personas en las diferentes formaciones para que adquieran experiencia en la batalla, porque estoy casi completamente seguro de que definitivamente habrán batallas más complejas, complicadas y donde nuestro porcentaje de victoria se reduzca considerablemente. Además también las escojo por sus habilidades, y las pongo donde mayor porcentaje de victoria hay. No las pongo porque sí, son mis compañeros y amigos.

-Vale, y otra cosa. ¿Por qué me dejáis quedaros con vosotros?- preguntó indeciso, a la vez que giraba una mano sobre la otra sin parar.

-Primero, eres el padre de Laura. Segundo, eres un adulto y tendrás más conocimiento que nosotros. Tercero, seguramente cojamos de tu saber para poder sobrevivir. Hay muchos imprevistos, muchas incógnitas, demasiadas cuestiones que hacen del azar nuestra capacidad de supervivencia. Calculo que en menos de un mes ya habremos llegado a nuestro destino.

-De acuerdo, haré lo que me pidáis.- se levantó y se fue junto con Laura, la cual estaba hablando con Lucía sobre su tobillo. Desde mi asiento no lo vi, pero sí que escuché el veredicto final a pesar de que lo dijeron casi susurrando, Lucía no se recuperaría sin una operación seguramente. Me quedé algo impactado al escuchar aquella noticia, cada vez habían más malas que buenas.

-Alex, vámonos ya, Luis a tu sitio, pero antes baja a por un cargador para la pistola. Todos preparaos.- hice que mi perra entrara en la caseta.

-Ya había bajado a cogerlos, he cogido dos, por si de caso.- me aclaró Luis.

El anochecer de la humanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora