El camino de los cuatro pueblos

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Tras una larga hora de viaje por la CV-130 aun estábamos bastante lejos de nuestro objetivo, y con suerte no tendríamos que luchar de por medio. El amenazante y brillante sol caía lentamente, mientras nos calentaba a temperaturas que superaban la media normal. No era solo eso, sino que el asfalto hacía que nos pareciera andar sobre lava ardiente. Ya habíamos perdido de vista el pueblo, y al echar la mirada atrás solo veíamos bajas montañas, al volver la cabeza a su posición normal podíamos apreciar el resto del paisaje. A nuestra derecha, al fondo, una verde arboleda compuesta por un par de centenares de árboles de copa redonda, situada cerca de una montaña pelada. Más cerca habían unos delgados y altos árboles de hojas verdes. Entre ellos y nosotros un gran campo de matorrales se extendía impidiendo la fácil entrada a este. Más adelante, atrás de todo, otras pequeñas y bajas montañas encadenadas impedían ver que había detrás suya, y delante de estas aparecían unos campos cultivados con apenas unos pocos pequeños árboles jóvenes. A nuestra izquierda las cadenas de montañas parecidas seguían dominando el fondo de aquel paisaje, pero por contra el terreno que nos separaba no estaba repleto de matorrales gracias a la presencia de rocas. En ese instante no estábamos preocupados por la posible aparición de subhumanos puesto que los matorrales eran tan bajos que no podían ocultar la presencia de ninguno de nuestros enemigos. El trayecto era largo, pesado y tedioso, y de no ser por la comida y la siesta que habíamos hecho antes, no podríamos haber aguantado aquella sofocante travesía. Debido al calor sudábamos más de lo normal, por lo que a casi cada paso nos teníamos que secar la exudación y soplar por debajo de la camiseta para refrescar el interior. Andábamos a paso lento como si los pies estuvieran rellenos de plomo, no era gratificante el viaje, de no ser por la escasa variedad de flora, totalmente diferente a la de la ciudad, y a la fauna, constituida mayoritariamente por conejos, liebres, perdices y otras aves pequeñas. Gracias a estos nos podíamos fijar en diferentes cosas, e intentar encontrar el mayor número de conejos y liebres escondidos entre las bajas plantas. Por encima nuestro se extendía un inmenso mar claro y azul, con un solo punto amarillo. 

-Menudo calor hace. ¿Por qué no podría hacer menos?- preguntó irónicamente Alejandro.

-Dile a quien regula el clima que baile un poco el viento por este lugar. Estaría genial.- le respondí con el mismo tono.

-Pues aunque lo puedas estar diciendo en broma, no estaría nada mal que un poco de aire refrescante corriera.

-Eso aliviaría el viaje.- dijo Natsumi mientras se abanicaba con una mano. Me quedé mirándola pensativo.- ¿Pasa algo Héctor?

-No, tranquila, estaba pensando en si no tendríamos unos abanicos para enfriar un poco el ambiente o por lo menos disipar algo el calor , pero creo que no tenemos.

-¿Seguro que no tenemos, aunque sean armas?

-No creo, y si las tenemos y las queremos sacar creo que solo habría uno o dos, y no sería justo para el resto. 

-Cierto. Pero no cambiará el tiempo, no.- y como si algún dios nos hubiese escuchado, media hora después el cielo se encapotó de negro, una pequeña brisa soplaba y empezó a llover finas gotas de agua fría provenientes del frío cielo. 

-Aleluya.

-Sí, por fin.

Menos mal.- todos estábamos contentos de que lloviese, el calor se había disipado del todo al cabo de los pocos minutos, y aunque estuviésemos empapados, estábamos alegres y refrescados. Habría sido un duro golpe si el tiempo no hubiese cambiado en lo que nos quedaba de camino. Después de que empezara a llover apenas intercambiamos palabra hasta llegar al primero de los pueblos, Tirig.

-¿Qué vamos a hacer? ¿Pasamos por dentro o lo bordeamos?- dijo Cara mientras agua de lluvia le entraba en la boca.

-En el propio camino hay un desvío de la CV-130 que pasa por fuera del pueblo, y luego vuelve a unirse a la carretera.- esta vez me tocó a mi mojarme el interior de la boca. 

El anochecer de la humanidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora