A la mañana siguiente nos levantamos despacio, nos estiramos un poco con caras de sueño y bostezamos. Tras frotarnos los ojos para quitarnos las legañas y sacudirnos un poco la ropa para quitar la poca tierra que se nos quedó durante la noche pegada, salimos y vimos el cielo. Había parado de llover, el cielo estaba totalmente despejado, solamente una pequeña nube solitaria navegaba por el mar abierto sin rumbo cierto. El sol hacía ya unas horas que había salido y la temperatura empezaba a aumentar, pero el viento fresco aun continuaba soplando desde la noche anterior. Luego volvimos a entrar y sacamos algo de desayunar.
-Buenos días, ahora que ya nos empezamos a despertar.- les saludé mientras seguía estirándome.
-Buenos días también.- respondió Cara.
-Buenos días.- me dijo Natsumi junto con un beso en la mejilla, cosa que yo le devolví.
-Nya.- simplemente salió aquel monosílabo de la boca de Yutso hasta después de desayunar.
-¿Hoy qué toca desayunar?- preguntó Alejandro mientras habría la mochila que llevaba comida.
-Saca agua, pan, unas peras y también cogeremos algarrobas.
-¿El qué?
-Lo que crece en los árboles que nos rodean. Tiene un cincuenta por ciento de azúcares y varias proteínas, justo lo que necesitamos, ya para comer muchos carbohidratos.
-Pero están negros, se han pasado.- replicó Alejandro con una expresión indicando que no parecían comestibles.
-Así es cuando están más dulces y tienen todo el sabor. No es que estén pasadas, es que están maduras.- le respondí mientras salía.- Venid, cogeremos para el viaje.- salimos fuera, cogimos nuestras camisetas por el final y lo levantamos, haciendo una bolsa pequeña. Luego cogimos tantos como pudimos y volvimos dentro. La mayoría las dejamos dentro de las mochilas, solo unas pocas las dejamos fuera para probarlas. En cuanto nos las llevamos a la boca todos hicimos caras y escupimos el alimento.
-¿Estás seguro de lo que dices?
-Se suponía que así era, pero nunca lo había comprobado por mí mismo.
-Puaj, como nos engañas.- replicó Cara.
-Puede, pero hay que comérsela. Aun siguen siendo de utilidad.- para corroborarlo le quité otro troza a la que tenía en la mano y mastiqué aguantándome las ganas de masticar, luego me lo tragué.- Veis, tampoco está tan mal.- después de esa demostración, y a regañadientes, todos empezaron a comerse las algarrobas. Para empezar nos comimos tres de ellas, luego el pan y por último las peras. Antes de hacer nada más bebimos agua y nos hidratamos para el trabajo de aquél día, caminar durante horas hasta nuestro incierto y a la vez conocido destino.
Una vez acabados los preparativos recogimos la comida y la tela que habíamos utilizado para resguardarnos. Lo hicimos con tranquilidad, no había prisa alguna por llegar de momento, puesto sabíamos que ese bien podría ser nuestro último día sobre la faz de la tierra. Una vez acabados todos los preparativos, nos pusimos nuevamente en marcha, con la idea de que ese sería el tramo final de los largos días siendo atemorizados de forma continua. Antes de irnos me di cuenta de que nos podrían haber visto fácilmente, puesto grandes espacios separaban los árboles. No sé lo conté a los demás, pensé que podrían haberme criticado, cosa que hubiese podido ser fatal. Los matorrales habían vuelto a aparecer a ambos laterales de nuestro camino, atrás suyos árboles o campos de algarrobas, dependiendo hacia que lado miraras. Todos íbamos atentos, nos encontrábamos en piña, todos juntos, aunque no sabía si era lo mejor porque las ropas aun seguían algo mojadas en varias partes. Andamos en silencio, a un paso normal, en un momento dado, donde no había pasado ni media hora, encontramos lo que sería lo más interesante hasta que parásemos, una ardilla a lo lejos corría en dirección nuestra lo más rápido que podía. No sabíamos porque exactamente, pero supusimos que estaría huyendo de las cercanías por el peligro.
ESTÁS LEYENDO
El anochecer de la humanidad
Action-No sabía que hoy sería el último día normal, ni que acabaría con estos amigos, ni que acabaría luchando contra la peor catástrofe que ha sufrido la humanidad.- El día a día de los jóvenes estudiantes que asisten a un colegio en Bétera, Valencia...