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Otro de los traumas de ser tan joven es buscarte problemas sin darte cuenta.

Yo no soy el típico que va buscando bronca y me alivia esquivarla normalmente, pero no siempre puedes librarte de un problema que no has buscado.

Los conflictos son inevitables, por supuesto, pero puedes eludir la gran mayoría si tan sólo decides no discutir; el llamado "dar la razón a los tontos".

Pero supongo que no hay forma de evitar el enfado de un novio que cree que ligaste con su chica.

—Alana es mía, capullo —manifiesta Billy, tratando de parecer amenazante frente a mí.

Patético...

Ha escogido el peor momento de todos para intentar amedrentarme: la salida de clase en mitad del campus, justo cuando más prisa tengo, puesto que quiero llegar a casa cuanto antes para no hacer nada con mi vida. Con estas ansias de llegar a mi habitación no podrá hacerme sentir amenazado, ya que mientras me habla sólo pienso en el libro que dejé a medio leer.

—No sabía que la habías comprado —respondo con sarcasmo.

—No me toques los huevos, Keen. Sabes perfectamente a lo que me refiero.

—Lo que sé es que estás viendo cosas que no son —alego con desinterés—. No tengo ningún interés en tu chica, descuida.

—Mejor, no podrías satisfacerla por mucho que quisieras. He visto por ahí que no se te levanta la polla.

«Eso no es lo que me dijo anoche tu madre, gilipollas», es lo que quiero decirle, pero, como ya he dicho antes, la mayoría de conflictos pueden evitarse si eres inteligente.

Pongo esa cara que dice "¿en serio?" para, después, poner los ojos en blanco.

—Si ya has acabado, me gustaría irme —contesto, en lugar de lo otro—. Tengo mejores cosas con las que perder mi tiempo.

Sus ojos oscuros tratan de asustarme, pero no lo consigue porque no le tengo miedo.

—No te acerques a Alana y todo irá bien.

Asiento e inicio la marcha antes de decir:

—Es la forma más tierna con la que me han amenazado.

Le dejo ahí parado mientras me alejo y enseguida llego a mi coche, en el que me encierro para hundirme en el asiento y resoplar.

Arranco y salgo del aparcamiento para dirigirme a casa.

Sólo necesito un rato de silencio en mi habitación y leer un poco, después, esta mierda de mañana que llevo se habrá esfumado.

Supongo que para Billy soy algún tipo de amenaza en cuanto a Alana se refiere, pero puede estar tranquilo porque no es mi intención tener ninguna relación con alguien al que le doy pena. Billy puede sentirse seguro de que Alana y yo jamás seremos nada, ni siquiera amigos. Además, seguramente ella ha visto ese jodido hashtag y no querrá acercarse a mí de la forma en la que Stevens cree.

Entro en casa, notando el silencio que reina y extrañándome por ello. Normalmente aquí hay un montón de risas y gritos de felicidad; extraña e irónicamente, es justo lo que deseaba de niño y ahora a veces me molesta.

La única persona que encuentro es a Thais cocinando algo en el horno y me sorprende no ver a una diminuta enana corriendo de allí para acá mientras se ríe sin sentido.

—¿Dónde está Caroline? —cuestiono en vez de saludar.

Thais se da la vuelta con la mano en el corazón, asustada.

—Qué sigiloso eres siempre.

—Tuve que aprender a serlo —por un momento, recuerdo los días en los que aún no conocía a Thais y me encerraba en el armario para no ser encontrado—. ¿Y la pequeña?

Miradas Salvajes (Trilogía Salvajes #2) (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora