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«Santo de los jodidos, estoy borracho», pienso cuando veo venir hacia mí a dos Sarahs.

Mi hermana, luciendo su bikini amarillo con florecitas, viene hacia mi posición levantando el vaso a modo de saludo. Yo, apoyado en la pared del cobertizo y sujetando mi propio vaso, hago lo que nunca pensé que haría: levantar también mi vaso con una sonrisa tonta en la cara.

—¡Hermanito! —exclama, feliz y borracha—. ¡Te lo estás pasando bien, lo veo!

Me encojo de hombros sin disimular la sonrisa.

—Sí, no te voy a engañar.

Me abraza como únicamente los embriagados pegajosos hacen y yo le devuelvo el gesto con la misma efusividad.

He de decir que el alcohol me vuelve más sociable.

—Estoy orgullosa de haberte retado a beber chupitos —comunica ella, abrazando mi cuello con un brazo.

—Me he dejado convencer —admito—. Esto sería un asco si fuera sobrio.

—Admite que te gusta socializar.

—Me gusta el estado de simpatía que me proporciona el alcohol.

Sarah me mira con una mueca extrañada demasiado exagerada antes de decir:

—Hablas raro incluso borracho —bebe de su vaso de plástico—. Pero eres simpático, al menos.

Voy a responder y alguien se me adelanta.

—Joe siempre es simpático —la dulce voz de Alana ingresa en mis oídos y retumba por todo mi embriagado cuerpo.

Voy a hablar otra vez, pero Sarah lo hace primero.

—Sí, sobre todo cuando va a decir su "humilde opinión" —se mofa mi hermana.

Una vez más, me quedo con la boca abierta porque me interrumpen. Esta vez es Alana.

—O cunado tiene que hablar con alguien que no conoce.

Ambas se parten de la risa y yo me quedo como un idiota viendo cómo casi lloran por las carcajadas.

Me asusta un poco que Alana haya aprendido ciertas cosas sobre mí, como mi poca tolerancia hacia los desconocidos.

Es una acosadora.

—¿Por qué no vais a reiros de alguien que tenga paciencia?

—Venga, Joe, es divertido reírse de ti cuando no te enfadas.

—¿Quién dice que no me enfado? —cuestiono, manchándome la camiseta al querer darle un trago a la bebida—. Joder, qué mierda.

Miro la mancha durante unos segundos como si pudiera desaparecer con el poder de mi mente mientras ellas se ríen otra vez.

Molesto por sus carcajadas, resoplo en vez de maldecir nuevamente y me quito la prenda. La lanzo por ahí y vuelvo a intentar beber sin mancharme.

Sarah sigue desternillándose de la risa, pero Alana ya no. De hecho, ahora mira hacia otro lugar como si ya no quisiera estar aquí y no supiera cómo irse.

—Necesito ir al baño —informa Sarah—. Con tantas risas se me va a escapar el pis.

Alana parece sentirse incómoda cuando Sarah sale corriendo hacia la salida y yo vuelvo a dar un trago porque el mareo mental me hace estar a gusto.

—No tienes por qué estar aquí si estás incómoda —le digo, con una confianza que no sé de dónde saco.

Ella me mira los labios y yo sólo puedo imaginar cómo sería agarrarla de las mejillas y estampar mis labios sobre los suyos.

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⏰ Última actualización: Jun 22, 2022 ⏰

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Miradas Salvajes (Trilogía Salvajes #2) (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora