Los príncipes no son reales en cuanto a personalidad estimada e idealizada. Jimin tiene una vida perfecta, en su palacio, con su familia; pero todos tomamos ciertas decisiones equivocadas alguna vez. Sin duda, para el rubio obligado a teñir su cabel...
El siguiente capítulo contiene escenas narradas e imágenes:
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Jimin aún observaba el ridículo, pero encantador, pendiente que JK le había regalado. Aquello había sido una sorpresa tan agradable para el príncipe.
Nunca había recibido un regalo tan poco costoso, tan sencillo y a la vez tan indicado pues había sido escogido particularmente para él y d eun modo acertado sin saberlo. Porque como había dicho JK tras saludarlo a su llegada con un escueto "Hola, Minnie"; "Vi una tontería y me recordó a ti porque es muy dulce". Cualquier ser que exista superior sabía que aquello había derretido el corazón del infante.
-¿Entramos? -Minnie salió de sus pensamientos viéndose en el reflejo de la puerta de cristal del local con la voz grave y relajada de JK. Asintió con una sonrisa radiante.
En silencio ingresaron al local, JK es que se sentía sobrecogido; ¿cómo alguien con unos vaqueros anchos y rasgados en sus rodillas y una gran camiseta negra con un par de agujeros en uno de sus hombros podía lucir tan perfecto?
-Ya estás aquí JK; ¿vamos para dentro...? -JiSoo quedó callada al ver a al pelinegro de mechas rojizas acompañándolo pero como mujer precavida no dijo nada al respecto y por lo contrario comenzó una conversación trivial mientras entraban a su pequeño gabinete.
Jimin miraba las paredes repletas de bocetos, dibujos y diseños ignorando lo que los amigos a su espalda hablaban hasta que vio uno que reconoció. En una de las paredes estaban los diseños originales de algunos de los tatuajes de Beom, HyunJin e incluso el caza-sueños de JK. Se giró enérgico para decírselo con ilusión pero quedó bloqueado y callado de golpe.
Frente a él estaba JiSoo en su silla comenzando a preparar el instrumental que después él trataría de entender y un JK semi-tumbado en una camilla con el torso desnudo. Un torso bañado por el sol en un bronceado dorado, marcado con músculos sutiles en su vientre y pectorales y con escasas líneas definidas de un cerezo florecido en su hombro y clavícula derecha.
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