Rix corrió lo más rápido que pudo. Su respiración era agitada y sus movimientos, torpes. Estaba desesperado. Tanto que no se había dado cuenta de que su forma raix era más rápida y le permitiría llegar antes a la aldea. En realidad, ni siquiera se había dado cuenta de que se veía como un abquim. Su jaixz estaba actuando raro desde hacía unos días y en ese momento estaba más concentrado en el hecho de que no había podido aparecer dentro de la antigua aldea que en su apariencia.
Zafira le había advertido hacía tres días que el bebe nacería, se lo había dicho con tiempo para que él fuera a la aldea, tal como Myra se lo había solicitado. Sin embargo, Rix se había confiado, había pensado que no tendría ningún problema y que podría ir el mismo día del nacimiento. Se había equivocado. Y ese era su más grande fallo, siempre se confiaba. Había confiado en que el plan de Zafira saldría bien. Había confiado en que las cosas con Myra se arreglarían una vez que ella recuperara la memoria. Había confiado en que, cuando Zafiro despertara, sus tierras volverían a la normalidad y él podría regresar con su familia. Había confiado ciegamente, había actuado sin pensar en las verdaderas consecuencias de cada una de sus acciones.
Había sido impulsivo al decidir qué haría en todo momento. Él siempre había sido impulsivo, pero nadie nunca lo había notado. Porque esa impulsividad siempre quedaba oculta tras un manto de supuestos pensamientos racionales, analíticos, pensamientos que no eran otra cosa más que suposiciones, deseos de lo que él deseaba que ocurriera y no una certeza de lo que en verdad sería. Y por esa razón estaba llegando tarde. Por esa razón muy probablemente se perdería el nacimiento de su hijo o hija.
Soltó un suspiro de alivio al llegar a la antigua aldea y corrió hacia la casa que ocupaba Myra, los hermanos de la princesa y Nian. Ingresó en el árbol y se apresuró en llegar al cuarto donde debería estar Myra. Pero allí no había nadie. Se quedó paralizado en su lugar y respiró hondo en un intento vano de comprender la situación. Con su jaixz intentó sentir a Myra, a Clerick y a Linck, mas no lo consiguió. Ni siquiera intentó sentir a Nian, su hijo era indetectable, Reixle lo había entrenado para eso.
Salió del cuarto y buscó por toda la casa, a punto de rendirse ante el pánico. Revisó cada uno de los cuartos, la biblioteca, la cocina y, cuando llegó a la sala, se encontró con Nian sentado en el sillón individual de siempre, con su cabeza enterrada entre sus manos. El uviem no tardó en sentirlo cerca y elevó su vista que brillaba con preocupación.
—¿Y Myra?
—Mamá está en la playa de los dioses, Zafira y Clerick vieron algo en el destino y decidieron que lo mejor ella llevarla allí, se fueron hace diez minutos —murmuró y fue incapaz de contener la inquietud que se filtró en su voz—. Citrino está ayudando con el parto, Zafira me lo dijo hace unos minutos, pero volvió a irse porque mamá le pidió que se quedara allá para que Aleck no se atreviera a atacar —siguió explicando—. Linck también los acompañó, yo no pude, Zafira dijo que estaba demasiado preocupado y que mis pensamientos sonaban demasiado fuerte a través del vínculo, dijo que no iba a poder concentrarse si yo estaba allí —agregó en un tono más bajo.
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La caída de los dioses [Destinos 2] Pausada
FantasyCon Aleck despierto y con el poder de Nian cada día más descontrolado, el destino de Rionix nunca se vio peor. *** Ni siquiera el esfuerzo de todo Rionix será suficiente para contener lo que se avecina. Matanzas, rebeliones, engaños, olvidos y descu...