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No entiendo muy bien a donde nos lleva Owen, habíamos dejado hace poco a mi madre en el departamento para que lo disfrutara.
Estaba muy feliz al saber que por fin podría devolverle a mi Mamá todo lo que hizo por mí. Sacrifico mucho. Dánae me había jalado al auto y le indico a Owen una dirección en voz baja.
La veo removerse nerviosas, el olor a miss Dior está en el aire, me da una sonrisa cuando el auto para en un lugar. Toma mi mano y ambos bajamos, miro la gran construcción frente a mí, parece un palacio.
—Es el Constance Billbord School— dice Dana— estudié aquí casi toda mi vida. Antes de que me expulsaran.
Es un lugar precioso, no puedo negarlo, si mi escuela hubiera sido así entraría a clases con gusto.
—Ahí me hice mi primer raspón— dice señalando un escalón de cemento - tenía cuatro y Nate me había empujado porque no quería darle de mis galletas.
Río sin poder evitar imaginar a una mini Danae y un mini Nate peleando por galletas.
—Y mi madre estuvo ahí, siempre me sostuvo.
Sé que aún le duele hablar de su madre, pero Diana había desaparecido de la vida de su hija, solo enviaba flores en ocasiones especiales. Como la boda.
La boda, le había prometido a Danae la boda de ensueño, así que no escatime en gastos, pero estoy seguro de que hubiera podido mantener a una familia de diez por más de veinte años.
Todo se había hecho a su gusto, con sus colores favoritos, sus flores favoritas y todo lo que ella ama. La veo morder su labio antes de volver a hablar.
—Y pensé si y tú yo tuviéramos hijos, también los apoyaríamos y si se pelearan por galletas evitaríamos que se empujaran entre ellos. Curarás sus raspones, le enseñarás a usar la espada cuando tenga edad suficiente, serás un padre celoso como con Nico y Bianca.
Sonrió y por alguna razón me imagino a una mini Danae con ojos azules o a un mini Percy con ojos grises.
—Sé que tú lo cuidaras, lo abrazaras en noches de tormenta, le hablaras de chicas, aunque a mí me moleste.
Ella habla y mi vista se dirige por instinto a su abdomen.
—Si fuera niña, te pondrías vestidos de princesa, le darías consejos, aunque no la entendieras en lo absoluto, le llevaras chocolate caliente a su habitación y estoy segura de que serás estricto, pero a ella no podrías negarle nada.
Siento mis manos temblar, mi mente va a mil por hora.
—Tal vez tenga ojos grises y cabello negro o cabello castaño y ojos azules. Será egocéntrico, eso es seguro y será un Jackson Lefay.
—¿Dana?—preguntó en un susurro y ella voltea a verme con los ojos llenos de lágrimas.
—Estoy embarazada, ocho semanas, y yo sé que no lo planeamos, pero...
