El príncipe se encontraba cocinando muffins y un pastel para la feria de comidas, en la que se hacia una competencia que quería el príncipe ganar.
El vampiro como de costumbre llegó asustando al rosado, haciendo que se le calleran los muffins recién salidos del horno.
—¡Estupido! Acababa de hacerlos y me hiciste botarlo.—
—Tranquilo, si lo recoges antes de 5 segundos no se contaminan.—
—Eres asqueroso.—
—Ya, bubba, no te enojes, dejame ayudarte a hacerlos.—
—No.—
—¿Eh? ¿Por qué?—
—Porque siempre te los comes.—
—Te prometo que no lo hare.—
—Bien.—
Claro que el monarca no sabia las consecuencias de su elección. Sucedio que el vampiro al intentar ayudar dejo un horrible desorden en la cocina, todos estaba sucio y los bowl en el suelo, algunos muffins se quemaron y para que hablar del pastel si se veia desagrable.
—Es peor que antes, nunca debi dejarte entrar en la cocina, Marshall.—
—Lo siento, solo queria ayudarte.—
—¡Pues mira! Esta peor que antes, eres inutil en esto.—
Al pobre vampiro le dolieron las crueles palabras de su novio y sin poder evitarlo lagrimas calleron de sus ojos.
—Ah, no no no, marsh, no llores, ¿Si? Yo los comere, ¿Si?—
—No es necesario que hagas eso.—
—Claro que lo hare.—
El vampiro comio uno de los muffins que hizo su novio, se veian repugnantes y su sabor no era el mejor pero aun era comestible.
—Esta bien.—
—No me mientas.—
—No lo hago, incluso los usare en el concurso.—
Claro que perdió pero no le importo ni lo más minimo, después de todo, ver una sonrisa en el rostro de su novio le basta y le sobra.
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