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Carta 2:

La segunda vez que te vi fue en un bar.

Estabas festejando con tus compañeros de equipo el haber salido campeón.

Otra vez, yo admiraba desde lejos tu sonrisa y tu linda forma de ser con las demás personas. Incluso antes de conocerte sentía que eras tan simpático, carismático, tan distinto a todos... Y no me equivoqué.

Esa noche me miraste a los ojos por primera vez. Yo me quedé helada en mi lugar, apretando mis manos y conteniendo mi respiración. Me diste la casual mirada que le da un chico a una chica en un bar, o en cualquier lugar. No me miraste con segundas intenciones, ni coqueteandome, ni siquiera me prestaste atención de más. Pero me miraste. Y hiciste que mi corazón comenzara a latir desaforado dentro de mi pecho.

Tragué saliva y dejé salir el aire que estaba conteniendo cuando apartaste la mirada. Me sentí aliviada de que no me miraras más, pero también decepcionada. Esa noche me había puesto muy linda; mi mejor vestido, uno rojo fuerte apretado que era mi favorito. Sabía que te iba a encontrar esa noche asique también me maquillé y me perfumé entera.

Lástima que ni siquiera volteaste a verme dos veces.

Seguí festejando la victoria de mi hermano con mi familia y sus amigos, pero no te acercaste a saludar. Y yo que me veía tan presentable... me lamenté muchísimo.

En el bar no pude pensar en nada que no seas vos feliz con tus amigos. Te veías tan pleno, tan libre, tan seguro y cómodo con las personas que te rodeaban. Sentí algo de envidia la verdad, y ni siquiera sé el porqué.

Pero nuevamente fuiste víctima de mi mirada toda la noche.

Y ni siquiera lo notaste, de nuevo.

Paulo DybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora