Yoongi, un omega que lleva cuatro años divorciado de su ex alfa, decide perdonar sus errores y junto a la pequeña Sarang, hija de ambos, emprende viaje a Busan para darle una sorpresa a Jungkook.
Las emociones del alfa se movilizan tras volver a ve...
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El omega rubio y la pequeña, por ahora beta, pusieron los pies fuera de la cama apenas terminaron de conversar sobre su plan para las fiestas. Ambos se veían adorables, con pijamas de galletas a juego y mullidas pantuflas de gatito.
Caminaron juntos al baño, como en cada amanecer, Sarang tomo la mano de su papi y subió al banquito que se situaba junto al pálido, permitiendo que la infante llegara al espejo.
Una vez posicionados se colocaron una diadema cada uno, Yoongi portaba orejas de gatito escogidas por su niña, mientras está portaba unas lindas orejas de conejo con una zanahoria elegidas por su padre.
Ambos lavaron sus rostros tarareando las mismas canciones, lavaron sus dientes y se arreglaron el cabello, así era su rutina diaria, haciendo todo juntos.
―¿Qué te gustaría desayunar princesa?―consultó el omega mientras terminaba de acomodarse el sueter en el baño.
Sarang coloco el dedo índice y el pulgar en su mentón, pensativa, al mismo tiempo que escogía un sueter rojo con orejas de reno bordadas para combinar con su falda a cuadros color verde.
―¡Waffles! ¡Con mucha Nutella! ―canturreo emocionada y Min acepto.
Sonrió al salir del baño, viendo a su cachorrita feliz, ella amaba el color rojo, otro punto en común con su padre alfa, cosa que a Yoongi le parecía muy linda. También le hacía sentir cierta culpa por como ambos terminaron distanciándose, pero ¿Qué podía hacer? Sus latidos dependían de su conexión con Sari, ella fue quien lo mantuvo con vida tras la ruptura de ese primer lazo. Una locura, así eran los omegas, algunos morian por no tener a que aferrarse, Yoongi en cambio tuvo el privilegio de concebir a Sarang y aferrarse a ella.
―Vamos, hoy me ayudaras a preparar lo que tanto quieres, ―extendió su mano hacia ella y fue correspondido de inmediato.
Padre e hija bajaron a la cocina, donde elaboraron unos deliciosos waffles dorados con muchos ingredientes dulces. Tras servir la mesa decidieron por fin degustar sus creaciones, hasta que el sonido del teléfono celular interrumpió su desayuno.
Yoongi le dio permiso a la niña de traer el móvil, cosa que ella hizo sin chistar, riendo tras ver al remitente y deslizar el botón verde hacia arriba.
―¡Hola tío Jin!― saludo con entusiasmo.
―¡Woah! ¡Sarangnnie! ¿Cómo estás? Pasame a tu papi, ―río, feliz de escuchar a la infante.
―Estoy bien ¿Donde esta el tío Namu? ―preguntó curiosa.
―Tenemos puesto el altavoz, buenos días hyung,―Yoongi se unio a la animada conversación dejando el celular sobre la mesa, entre los platos de comida.
―Yoongi-chi, buenos días ¿Qué tal estas?, Sari, el tío Namu se fue al trabajo hace un rato, pero me encargo darte muchos besos y saludos de su parte. ―relato con dulzura.
