[p2]Capítulo 6

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Durante los días siguientes, Michelle pasó bastante tiempo esquivando a Eddy Carrow cada vez que la veía acercarse por un corredor. Habían muchas cosas para hacer, entre unas cosas y otras, unas de ellas era estar pendiente de lo que Flint le dijera acerca de ser la nueva guardiana para Quidditch. Michelle miró por la ventana de la biblioteca, notó que Malfoy estaba con el traje de entrenamiento; Una neblina flotaba en el cielo de color rojizo y dorado, Flint se encontraba detrás de ella. 

—Hola Michelle, ¿Como estás?. Te mandé con mi prima Eddy un recado—

—FLINT! Me diste un susto. Estoy bien, ¿Que ocurre?

— Todos sabemos que eres lo suficientemente buena para pelear Michelle, el equipo está de acuerdo en que estés como guardiana para el Quidditch—Dijo Flint para después darle su uniforme.

—¿hablas en serio?—

—Si —contestó Flint de mala gana, resignado a explicarle las complicadas reglas del juego de Quidditch. —Bien, entonces bajemos a entrenar!—

—¡Mira hacia aquí, Harry! ¡Aquí! —chilló Flint. —¿Quién es ése? —preguntó Michelle. —¿Qué pasa? —dijo Wood frunciendo el entrecejo —¡No puedo creerlo! —dijo Wood indignado—. ¡He reservado el campo para hoy! ¡Veremos qué pasa!— Wood se dirigió velozmente hacia el suelo. Debido al enojo aterrizó más bruscamente de lo que habría querido y al desmontar se tambaleó un poco. —Flint —gritó Wood al capitán del equipo de Slytherin—, es nuestro turno de entrenamiento. Nos hemos levantado a propósito. ¡Así que ya podéis largaros! Marcus Flint aún era más corpulento que Wood. Con una expresión de astucia digna de un trol, replicó:—Hay bastante sitio para todos, Wood. Angelina, Alicia y Katie también se habían acercado. —¡Pero yo he reservado el campo! —dijo Wood, escupiendo la rabia—. ¡Lo he reservado! —¡Ah! —dijo Flint—, pero nosotros traemos una hoja firmada por el profesor Snape. «Yo, el profesor S. Snape, concedo permiso al equipo de Slytherin para entrenar hoy en el campo de quidditch debido a su necesidad de dar entrenamiento al nuevo buscador y a su nueva guardiana.» —¿Tienen integrantes nuevos? —preguntó Wood, preocupado—. ¿Quiénes son? Detrás de cinco corpulentos jugadores, aparecieron dos más, eran los más pequeños, uno sonreía con su cara pálida y afilada: era Draco Malfoy, y la otra que era de un tamaño más grande que Malfoy que estaba tan seria que intimidaba: era Michelle Peverell—¿No eres tú el hijo de Lucius Malfoy y tula chica de la que casi medio Hogwarts habla? —preguntó Fred, mirando a Malfoy con desagrado. —Es curioso que menciones al padre de Malfoy —dijo Flint, mientras el conjunto de Slytherin sonreía aún más—. Déjame que te enseñe el generoso regalo que ha hecho al equipo de Slytherin. Los siete presentaron sus escobas. Siete mangos muy pulidos, completamente nuevos, y siete placas de oro que decían «Nimbus 2001» brillaron ante las narices de los de Gryffindor al temprano sol de la mañana. —Ultimísimo modelo. Salió el mes pasado —dijo Flint con un ademán de desprecio, quitando una mota de polvo del extremo de la suya—. Creo que deja muy atrás la vieja serie 2000. En cuanto a las viejas Barredoras —sonrió mirando desdeñosamente a Fred y George, que sujetaban sendas Barredora 5—, mejor que las utilice Filch para barrer.
—Miren —dijo Flint—. Invaden el campo.Ron y Hermione cruzaban el césped para enterarse de qué pasaba.

—¿Qué ha ocurrido? —preguntó Ron a Harry—. ¿Por qué no juegan? ¿Y qué está haciendo Michelle y Malfoy vestidos así? — Dice mientra Ron miraba a Malfoy, vestido con su túnica del equipo de quidditch de Slytherin. —Soy el nuevo buscador de Slytherin, Weasley. Y Michelle la nueva guardiana —dijo Malfoy, con petulancia—. Estamos admirando las escobas que mi padre ha comprado para todo el equipo. Ron miró boquiabierto las siete soberbias escobas que tenía delante. —Son buenas, ¿eh? —dijo Malfoy con sorna—. Pero quizás el equipo de Gryffindor pueda conseguir oro y comprar también escobas nuevas. Podríais subastar las Barredora 5. Cualquier museo pujaría por ellas.El equipo de Slytherin estalló de risa.—Pero en el equipo de Gryffindor nadie compra su puesto, lo ganan con su talento—observó Hermione agudamente—. Todos entraron por su valía. Del rostro de Malfoy se borró su mirada petulante.—Nadie ha pedido tu opinión, inmunda sangre sucia —espetó él. Harry comprendió enseguida que lo que había dicho Malfoy era algo realmente grave, porque sus palabras provocaron de repente una reacción tumultuosa. Flint tuvo que ponerse rápidamente delante de Malfoy para evitar que Fred y George saltaran sobre él. Alicia gritó «¡Cómo te atreves!», y Ron se metió la mano en la túnica y, sacando su varita mágica, amenazó «¡Pagarás por esto, Malfoy!», y sacando la varita por debajo del brazo de Flint, la dirigió al rostro de Malfoy.

 Un gran estruendo resonó en todo el estadio, y del extremo roto de la varita de Ron surgió un rayo de luz verde que, dándole en el estómago, lo derribó sobre el césped. 

—¡Ron! ¡Ron! ¿Estás bien? —chilló Hermione. Ron abrió la boca para decir algo, pero no salió ninguna palabra. Por el contrario, emitió un tremendo eructo y le salieron de la boca varias babosas que le cayeron en el regazo.

El equipo de Slytherin se partía de risa. Flint se desternillaba, apoyado en su escoba nueva. Malfoy, a cuatro patas, golpeaba el suelo con el puño. Los de Gryffindor rodeaban a Ron, que seguía vomitando babosas grandes y brillantes. Nadie se atrevía a tocarlo. —Lo mejor es que lo llevemos a la cabaña de Hagrid, que está más cerca —dijo Harry a Hermione, quien asintió valerosamente, y entre los dos cogieron a Ron por los brazos.

Hemisferios:Michelle y el inicio de una historia Mágica[1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora