Hemisferios:Michelle y el inicio de una historia Mágica[1]

[p2] Capitulo 5

|Omnisciente| 

Llegó octubre, todo parecía tranquilo, hasta que Colin apareció a los ojos de Malfoy. Draco esperaba el momento en el cual podia criticar o hacerle la vida imposible a Potter, chico que se encontraba cerca de Colin;  mantuvo su mirada fija en los chicos. 

—Mi padre es lechero y tampoco podía creérselo. Así que me dedico a tomar montones de fotos para enviárselas a casa. Y sería estupendo hacerte una. —Miró a Harry casi rogándole—. Tal vez tu amigo Ron querría sacárnosla para que pudiera salir yo a tu lado. ¿Y me la podrías firmar luego?

—¿Firmar fotos? ¿Te dedicas a firmar fotos, Potter?— En todo el patio resonó la voz potente y cáustica de Draco Malfoy. Se había puesto detrás de Colin, flanqueado, como siempre en Hogwarts, solo se encontraban Crabbe y Goyle en la escena vergonzosa.—A ver, ¡Todo el mundo a la cola! —gritó Malfoy a la multitud—. ¡Harry Potter firma fotos!

—No es verdad —dijo Harry de mal humor, apretando los puños—. ¡Cállate, Malfoy!

—Lo que pasa es que le tienes envidia —dijo Colin, cuyo cuerpo entero no era más grueso que el cuello de Crabbe.

—¿Yo tenerle envidia a un Potter? —dijo Malfoy, que ya no necesitaba seguir gritando, porque la mitad del patio lo escuchaba—. ¿De qué? ¿De tener una asquerosa y estúpida cicatriz en la frente? No, gracias. ¿Desde cuándo uno es más importante por tener la cabeza rajada por una cicatriz?— Crabbe y Goyle se estaban riendo con una risita idiota.

—Échate al retrete y tira de la cadena, Malfoy —dijo Ron con el ceño fruncido. Crabbe dejó de reír y empezó a restregarse de manera amenazadora los nudillos, que eran del tamaño las calabazas que les servian en  Halloween.

—Weasley, ten cuidado —dijo Malfoy con un aire despectivo—. No te metas en problemas o vendrá tu mamá y te sacará del colegio. —Luego imitó un tono de voz chillón y amenazante—. «Si vuelves a hacer otra...»—. Varios alumnos de quinto curso de la casa de Slytherin que había por allí cerca rieron la gracia a carcajadas, era obvio que habian escuchado al howler que le había llegado hace más de un mes . —A Weasley le gustaría que le firmaras una foto, Potter —sonrió Malfoy—. Pronto valdrá más que la casa entera de su familia.— Sin más pensarlo, Ron sacó su varita reparada con celo, estaba listo para cerrarle la boca a Malfoy si llegaba a decir otra palabra.

—¡Cuidado!

—¿Qué pasa aquí? ¿Qué es lo que pasa aquí? Ya es tarde chicos, quieren una pelea nocturna,¿eh? —Gilderoy Lockhart caminaba hacia ellos a grandes zancadas, y la túnica color turquesa se le arremolinaba por detrás—. ¿Quién firma fotos?— Harry quería hablar, pero Lockhart lo interrumpió pasándole un brazo por los hombros y diciéndole en voz alta y tono jovial:

—¡No sé por qué lo he preguntado! ¡Volvemos a las andadas, Harry! Sujeto por Lockhart y muerto de vergüenza, Harry vio que Malfoy se mezclaba sonriente con la multitud.

—Vamos, señor Creevey —dijo Lockhart, sonriendo a Colin—. Una foto de los dos será mucho mejor. Y te la firmaremos los dos.—Colin buscó la cámara a tientas y sacó la foto. 

—¡A sus salas comunes chicos! —gritó Lockhart a los alumnos,—¿O quieren que les de más clases por la noche—Los chicos sin dudar se largaron corriendo a sus salas comunes, nadie queria estar con Lockhart. Después de eso, Draco se dirigió hasta la biblioteca sin parar. Cuando llegó tomó el libro que necesitaba para su tarea de pociones, acababa de salir de cenar, y a el le encantaba ir por las noches a la biblioteca, porque le encantaba sentir la sensación de ver que todos los libros los tenía a su poder y podía leer los que él deseara.

—Hey, Malfoy!—La voz de la chica al otro lado del muro de libros llamó su atención logrando por un momento que su sonrisa se desvaneciera un poco. Sin embargo, simplemente decidió ignorar el hecho de que la persona que le hablaba era Astoria Greengrass, la persona más desesperante de Hogwarts, al menos en su muy humilde opinión.

-¿Que sucede, Astoria?-Preguntó acercándose hasta ella sin quitar su sonrisa de su rostro, la chica le sonrió apuntando una página en el libro que tenía frente a ella.

—No le entiendo a este paso, ¿podrías ayudarme?, por favor—Dijo sonriendo tímidamente, Draco asintió acercándose a leer lo que le mostraba la chica.

—Aquí dice que lo primordial que debes hacer es ponerle los polvos de lirios en la mezcla, para después revolverla lentamente hasta que se vuelva de un color gris—Respondió centrándose en las palabras, para después mirarla sonriendo— ya por último solo debes preocuparte por cómo verterlo en el frasco para entregarlo, ya que no debe tocar tu piel en las primeras doce horas después de su preparación.

—Oh, en serio?, muchas gracias—Dijo emocionada mientras Draco asentía para después darse media vuelta dispuesto a ir a la sala común de Slytherin.

— Oye, espera, mi madre me mandó unos chocolates como regalo por mi cumpleaños, ¿quieres uno?— dijo ella cuando el rubio se giro para mirarla para después negar con la cabeza. —Vamos!, por favor, es lo menos que puedo hacer para agradecerte, ¿si?.— Draco la miró por unos segundos, para después prestar atención a la caja de chocolates que la chica ahora sostenía en su mano, y no pudo evitar maldecir al ver que eran sus chocolates favoritos. El rubio pudo ver que algunos espacios ya estaba vacíos donde debía haber otros chocolates ya consumidos, así que suponiendo que no tenía nada de malo comer uno solo y más si era por agradecimiento lo tomo para después agradecer y caminar fuera de la biblioteca con el chocolate ahora derritiéndose en su boca.

—Malfoy, ¿y esa cara?-La voz de Michelle se hizo presente cuando llegó hasta el pasillo principal.—¿Qué te hicieron o que viste?— Dijo esta mientras se seguía riendo de la cara de Malfoy; los chicos siguieron caminando para llegar a las mazmorras, era la primera vez en la que Draco y Michelle caminaran juntos y solos, pero no estaban tan solos porque a lo lejos se escuchaban voces y pasos; la charla, el bullicio y el ruido se apagaron de repente cuando vieron la gata colgada. Harry, Ron y Hermione estaban solos, en medio del corredor, cuando se hizo el silencio entre la masa de estudiantes, que presionaban hacia delante para ver el truculento espectáculo.

Luego, alguien gritó en medio del silencio:

—¡Enemigos del heredero temed  ¡Ustedes los impuros serán los siguientes!—Era Draco Malfoy, que había avanzado hasta la primera fila. Tenía una expresión alegre en los ojos, y la cara, habitualmente pálida, se le enrojeció al sonreír ante el espectáculo de la gata que colgaba .

—¿Qué pasa aquí? ¿Qué pasa?— Atraído sin duda por el grito de Malfoy, Argus Filch se abría paso a empujones. Vio a la Señora Norris y se echó atrás, llevándose horrorizado las manos a la cara—¡Mi gata! ¡Mi gata! ¿Qué le ha pasado a la Señora Norris? —chilló. Con los ojos fuera de las órbitas, se fijó en Harry—. ¡Tú! —chilló—. ¡Tú! ¡Tú has matado a mi gata! ¡Tú la has matado! ¡Y yo te mataré a ti! ¡Te...!

—¡Argus! No— Había llegado Dumbledore, seguido de otros profesores. En unos segundos, pasó por delante de Harry, Ron y Hermione y sacó a la Señora Norris de la argolla.—ven conmigo, Argus —dijo Dumbledore a Filch—. Ustedes también, Potter, Weasley y Granger.—Lockhart se adelantó algo asustado.

—Mi despacho es el más próximo, director, nada más subir las escaleras. Puede
disponer de él.—
—Gracias, Gilderoy —respondió Dumbledore. La silenciosa multitud se apartó para dejarles paso. Lockhart, nervioso y dándose importancia, siguió a Dumbledore a paso rápido; lo mismo hicieron la profesora McGonagall y el profesor Snape.

 Todos ignoraron lo que había sucedido aquella noche; todos tomaron rumbos diferentes, el grupo de Michelle se fue hacia la sala común; estos al encontrarse en el lugar, Michelle decidió irse a la habitación a reposar sus ojos, en cambio Draco por primera vez quería estar alejados de todos, había tomado la costumbre de escribir lo que sentía, tomó un pedazo de pergamino, sacó una caja color verde y un moño blanco, al abrirla se encontraba una caja llena de muchos papeles. El silencio había reinado en la sala común, se sentía tan bien que deseaba que ese silencio se mantuviera hasta que terminara el curso.