•21•

22 3 2
                                    

Caminaba por la hierba perfectamente podada, los montículos irregulares por los que lograba zigzaguear, la brisa helada despeinando sus cabellos azabaches, un frío aire que quemaba en su nariz, aún con barbijo, los rayos de sol molestaban su campo visual, una pequeña maceta estaba resguardada en sus brazos contra su pecho. Escuchaba los pasos apurados de su padre, a pesar de llevar un paso regular, el mayor se había atrasado al tener que atar sus cordones. El menor se percató de este pequeño retraso, pero no importó para seguir su camino, queriendo dar por terminada su tarea lo más pronto posible.

-Hijo...espérame.- pide viendo la ancha espalda del azabache. Este solo se detiene y ahora puede respirar más tranquilo.- Okey...ya podemos seguir.- avisa el mayor, terminando de acercarse al contrario.

-Es aquí.- afirma, apuntando la superficie granizada.

Se termina de acerca poniéndose en cuclillas y para logra leer el nombre que está marcado en negro. Reviso la nota y verifico los datos. Girando para observar al cuerpo rígido que permanecía parado a su lado.- ¿Es aquí?

El pálido se encoge de hombros, alzando apenas sus cejas.- No lo sé. Es la primera ver que vengo. Pero según los datos, así es.- excusa.

-Confiaremos que es la correcta.- se levanta dando un paso atrás para dejarle el lugar a su hijo.- Te daré tu espacio. Estaré por aquí cerca.

Observa como su padre se retira solo unos pasos y entonces se coloca frente a la lápida. Jungkook estaba en el panteón de Seúl, visitando a lo que su madre dijo "una tía" su psicóloga y él trataron el tema de la sensibilidad y la conexión que tienen con el resto. Entre un debate acordaron que el joven Jeon podría buscar alguna reacción ante una persona nueva de su familia y con las protestas del mismo, terminaron por conformarse con un familiar difunto. Su padre se había ofrecido a llevarlo y apoyarlo moralmente. Y aunque el pálido estaba escéptico ante las teorías de su guía, este acepto solo protestando en su cabeza y con una mueca. Por eso mismo se encontraban en el cementerio, buscando lo más insignificante para sentir que avanzaba y la visita era productiva.

-Creo que debería decir Hola.- menciona observando el nombre grabado en la piedra pulida, detallando el apellido que compartían.- Traje flores.- levanta entre sus manos la maceta, como si la estuviera enseñando a alguien, para dejarla finalmente sobre la hierba, junto a la piedra.- Son flores de cempasúchil, significan pena y agonía. Pero los mexicanos la utilizan en rituales de veneración a los muertos, como un un sol de guía, lo cual es muy ilógico y no tiene sentido, ya que los muertos no necesitan guía y tampoco pueden ver las flores porque...

-Kook!.- el mayor hizo presencia, un tono elevado aunque destilando tranquilidad.- Hijo, deberías hablar de otra cosa. Creo que a tu ¿tía? prefiere saber más de ti.- sutil trata de guiar a su retoño.

Un suspiro sale, formado desde el interior de su caga torácica.- Es inútil.- señala con un dedo la misma lápida, de pie sobre el pasto que cubre la tumba de con quien alguna vez, compartió un vínculo genético.- Es sólo una roca. Y debajo de ella, los restos que llevan en descomposición desde hace 6 años. No puedo hablar con nadie en particular porque los muertos no escuchan ni están en este preciso lugar. Es simple lógica.

- Podrías intentarlo.- el menor presiona sus labios, rodando los ojos y asintiendo no muy convencido, dio otra oportunidad. Nuevamente su progenitor se retiró sólo unos pasos. Observándolo a un metro y medio de distancia, bajo la sombra de un pequeño árbol.

Balanceó sus manos; atrás, adelante, atrás, adelante. Por unos momentos cuando sus brazos iban hacia atrás, se paraba en las puntas de sus pies. Trataba de mostrar una mueca tranquila, pero se podía notar lo tenso e incómodo que se encontraba. Finalmente, aclara su garganta, respira, se coloca en una mejor posición, coloca sus manos en los bolsillos de su pantalón y habla.- Me hubiera gustado saber cómo era tu estructura ósea y si teníamos rasgos compartidos. No creo que nuestras personalidades hubieran concordado, así que me conformo con ver una fotografía tuya en tu Facebook abandonado. Es lamentable que tu madre muriera en tu niñez y que tuvieras que mudarte con tu tía, es mi abuela y no habla con ella salvo a su cumpleaños, pero una tarjeta de cumpleaños no es una charla, así que...espero y esto que estaba absorbiendo el universo, pueda ¿llegar?...Es que no tiene lógica!!- en esta ocasión se giró a ver al azabache, que ya se acercaba con ganas de reír.- Es un desperdicio pensar en que pueda escucharme un ser muerto, porque eso sería aceptar que cuando morimos vamos a otro lugar y eso no es verdad. Nuestros cuerpos se descomponen y nos convertimos en simple polvo.

BREATHE //KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora