CAP 6

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Sentía que la azúcar se le había bajado, en cualquier momento podría desmayarse y caer muerto contra la esquina de la poceta.

Sus piernas las sentía muy temblorosas, detrás de la puerta aún se encontraba Roberto quien volvió a pregunta lo mismo.

—¿Y estas pantis de conejito?...¿Diego volviste a traer a otra pinche vieja a la casa y no me invitaste?— Comenta algo molesto Roberto soltando la panti mientras avanzaba hasta la habitación de su amigo.

Juan aprovecha y la toma para encerrarse en el baño con pestillo, su corazón latía rápidamente por lo que acababa de suceder.

—Debo tener más cuidado...espera ¿Diego y Roberto meten viejas a nuestra casa?— Se pregunta así mismo algo desconcentrado.

Decide ignorar eso por completo y se dispone a bañarse, lo tenía merecido por la situación de hace minutos.

—Te estoy diciendo Diego, ¿volviste a meter a otra vieja a la casa?— Le pregunta Roberto mirando al más alto.

—No digas pendejadas Roberto, yo no he traído a nadie desde hace meses— Responde Diego mirándole.

—Entonces dime ¿de quien vergas son estas putas pantis de conejitos?— Exclama molesto apuntando hacia el suelo.

Diego le mira preocupado, tal vez su amigo debería dejar de fumar esa porquería, Roberto le mira esperando respuesta.

—Entonces, dime Diego! ¡No te hagas pendejo!— Grita molesto llamando la atención de Víctor.

—¿Por qué vergas gritas Roberto?— Pregunta molesto Víctor porque interrumpieron su lectura.

—Yo te expli- — Iba a comentar Diego pero Roberto le interrumpe.

—¡Calla Diego! ¡Esté cerdo de aquí metió a otra de sus tantas pinches viejas y una de ellas dejo su puta pantis de conejito!— Grita exaltado Roberto mirando a Víctor.

—¿Qué pantis?— Dice con normalidad Víctor.

Roberto iba a responder y decide mirar al suelo dándose cuenta que aquellos pantis ya no se encontraban en su lugar, quería gritar, el las había visto y hasta tocado ¡él no estaba loco! Diego y Víctor le miraban preocupados.

—¿Ocurre algo?— Pregunta Juan saliendo del baño ya cambiando con su abrigo negro.

—No pasa nada, Roberto esta delirando— Comentan normal Diego y Víctor alejándose de ahí.

Roberto les gritaba que el no estaba loco, que tarde o temprano ellos le crearían, Juan miraba a su amigo algo raro y este lo notó.

—Yo no estoy loco Juan, debes creerme— Pide acercándose hacía él.

Juan retrocede mientras le decía que le creía para no hacerlo sentir mal.

—¡Al demonio! Me largo— Finaliza molesto saliendo de la casa azotando la puerta fuertemente.

Juan niega preocupado, pero bastante aliviado porque aquel tema de los pantis haya quedado atrás, iba irse hasta la cocina pero una mano en su hombro se lo impide.

—¿Víctor?— Pregunta girando sobre su cuerpo hasta quedar frente aquella persona.

—¿Quieres ayudarme con el desayuno? Quiero hacer unos panqueques pero sabes que no soy muy bueno con ello— Propone Diego mirándole.

—Claro, vamos oye Diego...¿Tú le crees a Roberto sobre eso de las pantis?— Dice curioso.

Diego suelta una risa que hace que Juan le mire mientras ladea un poco su cabeza.

—¿Dije algo gracioso?—

—No, pero dime ¿tú si piensas que dice la verdad?— Responde con otra pregunta avanzando hacia el.

—Nn-no lo se, sabemos que Roberto ingiere esa porquería pero ya tiene algo de tiempo que no lo hace— dice algo nervioso por su cercanía.

Diego nota como el cuerpo de Juan comenzaba a temblar, sonrió de lado y acaricia su cabeza para después ponerse manos a la obra con el desayuno. Juan simplemente suspira un poco y decide comenzar también, vaya día que tendría pensó.

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