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Sarada y su padre comenzaron a caminar, lejos de la vista curiosa de muchas personas que conocían la historia de ellos, aunque algunas personas no pudieron evitar murmurar algunos comentarios que resultaron ser de incomodidad para ambos, eso iba haciendo el ambiente un poco más tenso entre ambos Uchiha, la historia ahora tenía un nuevo capítulo y ese era ese incómodo primer encuentro de padre e hija.

—¿A dónde vamos? –preguntó Sarada deseando salir huyendo.

—Sígueme –dijo Sasuke lo más suave que pudo.

Los murmullos a su alrededor se hicieron más fuertes por parte de las personas que habían visto la "historia de amor" entre Sakura y Sasuke, una historia de amor que se vio empañada por las malas decisiones de Sasuke, la tristeza de Sakura y luego bendecida por la aparición de Kiyoshi.

Cada quien tenía su propia versión y era peor que un teléfono descompuesto. Unos pensaban en lo afortunada que era su madre y otros más radicales pensaban que ella estaba haciendo las cosas muy mal.

Llegaron a la parte de arriba de los rostros de los Hokages y Sarada no podía evitar sentir los nervios de punta. Hubo algunos momentos en su niñez en los que soñó con que su padre volviera por ellas, que regresara para ayudarla en el camino ninja o que al menos regresara solo para verla, pero después de que pasaron algunos años y tuvo más conciencia de la situación que se presentaba a pesar de que su mamá lo suavizaba lo más que podía porque la estaba protegiendo, ella dejó esa esperanza de volver a verlo para comenzar a tener un ligero resentimiento hacía él por el haber hecho llorar a su mamá, pero ahora que este encuentro sucedía por conveniencia de su parte, no sabía que sentir.

Era extraño estar frente a su él sintiéndolo como un completo desconocido y sintiendo esa pequeña pero fuerte conexión.

Su padre abrió la boca para hablar, pero Sarada fue más hábil al interrumpirlo con una mano. Quería dejar clara su situación y más si iba a atreverse a establecer una relación de conveniencia con él.

—No necesito que inventes escusas de lo que hiciste en el pasado porque al final...—Sarada levantó los hombros restándole importancia— no sirven de nada.

Sasuke cerró la boca. Conocía tan poco a su hija que de alguna forma le sorprendió que le recordara a un poco a él cuando era niño. Debería ser la niña más feliz del mundo además de ser la más inteligente pero no está versión fría que le partía el corazón. Era inevitable no sentir culpa, pero era así.

—Asi que ahorrarte el patético discurso y dime a qué has vuelto –dijo Sarada desinteresadamente y de manera fría.

Quería contarle cómo habían sido las cosas, que lo había orillado a tomar la decisión de dejarlas, pero su pequeña hija tenía razón. ¿De que servía?

Se aclaró la garganta y entre todo o que podía decir, decidió ser sincero.

—Para corregir mi error.

Sarada tuvo que reprimir el impulso de correr a abrazarlo, una parte de ella quería volver a ser esa pequeña niña que esperaba que su padre le contara un cuento antes de dormir, pero el dolor en su corazón se lo impidió y en vez de eso una casi invisible lágrima escapó de sus ojos. Parecía estar realmente arrepentido pero las cosas habían cambiado y aún que todos se mereciera una segunda oportunidad, ya no la tenía.

—Es algo tarde ¿no crees? –contestó Sarada limpiándose rápidamente la lágrima.

Sasuke suspiro con tristeza. Podía ver el dolor en los ojos de su hija y también los había visto en el rostro de Sakura. Quizá y después de todo se merecía lo que estaba pasando, pero era demasiado egoísta para admitirlo.

Quiero Ser LibreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora