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Había pasado un tiempo desde que el doctor Kiyoshi no le dirigía una sola palabra a Sakura, ni siquiera cuando ella lo trataba de abordar en los pasillos o a la hora del almuerzo. Se sentía mal, muy mal por cómo habían terminado las cosas la última vez y a este punto no sabía si seguían teniendo esa relación extraña que ella misma había impuesto.

Estuvo pensando las cosas durante noches enteras de que tal vez su destino era quedarse sola por el resto de su vida, que no merecía la felicidad completa por el tremendo desastre que causó con el doctor, definitivamente creía que su destieno era morir siendo la eterna enamorada.

Pero entonces recordó las palabras de Ino y en cómo la vida le estaba dando una segunda oportunidad para ser feliz. Dejó de lamentarse, no quería desaprovechar esa valiosa oportunidad que el destino de daba, así que decidió hacer algo para volver a llamar su atención. El hacer eso le recordaba a sus días de Genin solo que ahora hay un cambio muy grande, en vez de tratar de conquistar a Sasuke, trataría de conquistar al Doctor Kiyoshi.

Ese día el doctor Kiyoshi tenía una conferencia sobre algunas enfermedades extrañas que habían sido tratadas en Suna y como en poco tiempo y gracias a Konoha el hospital de Suna era un excelente ejemplar. Sakura reviso su reloj y al ver que tenía cinco minutos para entrar antes que la puerta fuera cerrada, está corrió por el pasillo, encontrándose una de las enfermeras del hospital.

—¡Sakura-Sama! —saludo la enfermera inclinando su cabeza.

—Hola ¿Podrías hacerme un favor? —dijo viendo como en la última habitación empezaban a entrar los estudiantes aún con calma.

—No tiene que preguntarlo, ¿En qué puedo ayudar?

—Podrías posponer mis citas para la tarde.

La enfermera abrió los ojos sorprendida pues la doctora Haruno jamás suspendía sus citas a menos que tuviera una emergencia. A lo mejor debió pasarle algo a Sarada.

Sakura se quitó la bata para hacerse pasar por un estudiante y se lo dio a la enfermera.

—Sí, sí, no se preocupe...—dijo tomando de las manos de Sakura, su bata y su estetoscopio— ¿Está todo bien? ¿Pasó algo con la pequeña Sarada?

Sakura asintió y vio nuevamente su reloj, ya solo faltaba un minuto. Se despidió de la enfermera y entro a la sala en el justo momento que cerraban la puerta. Se sentó en las últimas filas y se hizo una cola para que no le fuera tan fácil reconocerla, se dejó el fleco para esconder su Byakugou. Tenía las emociones alborotadas, sentía que el corazón se le iba a salir del pecho por cada segundo que pasaba, también sentía que las manos le sudaban. Se sentía definitivamente como una muchachita de doce años que va a declararse al chico que le gusta.

—¡Buenos días a todos!

Dijo la voz de Kiyoshi mientras empezaba la conferencia, sin percatarse de su presencia pues a pesar que su vista barría por toda la extensión de la sala, parecía que no se fijaba en los rostros de los estudiantes. Su mirada parecía pérdida y debajo de sus ojos se podía percibir una oscura sombra. Quería pensar que su estado de ánimo no tenía que ver con ella, pero algo le decía que lo tenía que ver todo y había lastimado el corazón de un buen chico.

El empezó a tratar temas de enfermedades extrañas que había habido en Suna y como estas habían matado a gran parte de la población antes de la cuarta guerra ninja y como después de la visita de una distinguida ninja todo cambio. A este punto Sakura sabía a quién se refería pues desde que ella había salvado a Gara, la estimaban mucho y también a su trabajo. El no menciono su nombre, pero ver que desde hace mucho tiempo había estado siguiendo sus pasos, le dejan una sensación extraña en el pecho.

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